Las Femen atacan de nuevo

polémica

Hacía un tiempo que no se oía hablar de las Femen. Entre las decapitaciones de periodistas y cooperantes occidentales en los arenales de Siria, la guerra en Ucrania, los inagotables casos de corrupción de la casta política, el butifarréndum catalán, etc, esas histéricas en paños menores conocidas como Femen habían perdido algo de protagonismo. Pero están de vuelta. Sólo estaban descansando y preparando nuevas actuaciones para alimentar tanto la polémica como su currículum.

Han salido otra vez a la luz. Pero no creamos que estas feministas de última generación han salido de su retiro espiritual para manifestar ante la embajada de Pakistán para protestar por la suerte de Asia Bibi, una madre cristiana condenada por “blasfemia”, o para manifestar su ira por la jóven crisitana Shama Bibi, de 24 años, embarazada, violada, golpeada y quemada viva en un horno de ladrillos. Tampoco las hemos visto concentradas ante la embajada de Sudán para protestar contra la condena a muerte por apostasía de la conversa Meriam Yahia Ibrahim. Qué curioso que estas apasionadas defensoras de los derechos de las mujeres hayan dejado pasar de largo estas ocasiones de oro de demostrar su compromiso con la causa de las mujeres y de la justicia. La verdad que su razón de ser es otra: el anticristianismo, la agresión contra los valores tradicionales, la familia y en general el orden natural de las cosas. Y es por ello que han ido recientemente a hacer su habitual “numerito” a la Plaza San Pedro del Vaticano.

Tres miembras de Femen han manifestado ante el Vaticano para protestar contra la visita que el Papa Francisco efectuará el 25 de noviembre en el Parlamento de Estrasburgo, visita considerada como un atentado contra la secularización en Europa. Las autodenominadas “sextremistas” se han presentado semidesnudas como de costumbre y con lemas pintados sobre el cuerpo. Sobre el pecho de una de ella se podía leer: “El Papa no es un político”. Las otras dos llevaban la leyenda siguiente en la espalda: “Métetelo adentro”, y a modo de explicación de esa recomendación añadían el gesto a la palabra (escrita en este caso) y se ponían un crucifijo entre las nalgas de manera de que no hubiera duda acerca del significado de “adentro”

La foto nos dispensa de mayores comentarios.