MADRID (Reuters) - Dos activistas de Femen fueron detenidas el viernes por la mañana en la catedral de la Almudena de Madrid cuando protestaban, con el torso desnudo, contra el aborto, dijo un portavoz de la Policía Nacional.
Las mujeres, que fueron acusadas de un delito contra los sentimientos religiosos y otro contra los derechos fundamentales quedarán en libertad "tras prestar declaración, a lo largo de la tarde (del viernes)", añadió el portavoz.
Las dos activistas, vestidas con faldas negras, botas y coronas de flores en la cabeza, llevaban el lema "altar para abortar" escrito en el torso y se encadenaron a uno de los crucifijos del altar mayor del templo. La policía cortó las cadenas que las ataban al monumento y desalojaron el templo.
La protesta coincide con la aprobación por parte del Consejo General del Poder Judicial de un informe que pide despenalizar el aborto por malformaciones.
"Coincidiendo con el día en que el Consejo General de lo Penal se reúne para tomar una decisión sobre nuestro derecho a decidir, las activistas se han encadenado al Cristo crucificado de Juan de Mena del altar bajo el slogan 'Abortar es ilegal, tomemos el altar'", dijo Femen, que fue fundado en Ucrania, en un comunicado en su perfil de Facebook.
"Si nos quitan nuestro derecho al aborto no tendremos clínicas u hospitales donde hacerlo de manera segura, volveremos al oscurantismo y la clandestinidad (...) Si no respetan nuestra libertad, no respetaremos sus templos. A un derecho sagrado, le corresponde un lugar sagrado", añadió.
En otro de los actos de protesta organizados por Femen en los últimos meses, el octubre pasado, tres activistas del grupo también con el torso desnudo interrumpieron en el Congreso durante una intervención del principal impulsor de la ley del aborto, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, al grito de "el aborto es sagrado".
En un principio se consideró que la norma iba dirigido a calmar el descontento del sector más a la derecha del gobernante Partido Popular, pero en su lugar ha desencantado a la oposición de izquierdas, que la considera un retroceso de más de 30 años, y a los grupos provida, que piensan que no es lo suficientemente radical.
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