BBC / Daniel
Silas Adamson
El 8 de
marzo de 2013 Amina Sboui se tomó una fotografía, la subió a Facebook, respiró
profundo y pulsó el botón de compartir.
Ella
estaba tranquilamente en casa de sus abuelos en la capital de Túnez, pero en
las redes se gestaba el escándalo.
En la
imagen se veía a Amina, una feminista de entonces 18 años, recostada en un sofá
de cuero mientras leía un libro y fumaba un cigarrillo.
Tenía los
labios pintados de rojo, los ojos delineados de negro, y estaba desnuda de
cintura para arriba.
En su
torso había escrito en árabe: "Mi cuerpo me pertenece y no es la honra
de nadie".
Los
comentarios no se hicieron esperar.
A la hora
de haber compartido la foto, ya tenía casi mil.
Y Amina
entró en pánico.
Había
previsto el acoso, la misoginia, incluso las amenazas de muerte.
Pero en
lo que no había pensado era en algo que hoy parece inevitable: que su madre
se enteraría.
Exorcismo
Así que
tomó una decisión drástica: apagó la computadora y se fue de casa.
Su madre
la encontró seis días después, escondida en la casa de una amiga, en el centro
de Túnez.
La agarró
y la metió en un coche que la llevaría a Kairuán, en el sur, donde tenía una
hermana.
Con ella
pasaría las siguientes tres semanas, encerrada en la casa familiar.
Incapaz
de encontrarle una explicación racional al comportamiento de su hija, la madre
concluyó que había sido poseída por el diablo.
Y Kairuán
era un buen lugar para buscarle solución a eso, pensó.
La
ciudad, también llamada Kirwan or al Qayrawan, además de ser patrimonio de la
humanidad declarada por la Unesco, es uno de los más antiguos centros del islam
en el norte de África.
Así que
no fue difícil encontrar entre sus clérigos a un hombre que decía ser un
experto en exorcismos.
Amina
recuerda cómo el hombre llegaba a la casa día tras día, le posaba las manos
sobre la cabeza y recitaba pasajes del Corán.
También
le preguntaba si había vomitado bilis.
Cuando el
celular del exorcista sonaba durante la ceremonia, lo interpretaba como la
prueba de que había un demonio en la habitación.
"Que
tu teléfono suene, es la prueba de que alguien te llama", le aclaraba la
joven.
Femen
A
mediados de abril, con la esperanza de que Amina se había curado de su locura y
que su vida ya no corría peligro, su familia la dejó volver a la capital.
Pensaban
que lo peor había pasado.
Pero
pronto se dieron cuenta del error.
Un mes
después, Amina regresó a Kairuán no para visitar a su tía, sino para protestar
por una reunión que había planeado Ansar al Sharia, una organización islamista
radical que surgió durante la revolución tunecina de 2011.
En la
puerta de un cementerio no lejos de la gran mezquita de Kairuán, Amina
garabateó la palabra Femen, que es el nombre de un colectivo feminista europeo
cuya sede está en París.
Las
manifestaciones de las integrantes de ese grupo son famosas por sus topless.
De hecho, esas protestas inspiraron su propio acto de desafío.
Inmediatamentefue arrestada y acusada primero de cargar un spray de pimienta y
posteriormente de indecencia y de profanar un cementerio.
El juicio
a Amina remarcó aún más una línea que ha dividido la sociedad tunecina por
décadas.
El país
está entre los lugares más progresistas en el mundo árabe y había muchos
ciudadanos, entre ellos activistas de derechos humanos, secularistas,
feministas, que estaban dispuestos a defender su derecho a protestar incluso si
no estaban de acuerdo con sus métodos.
Otras
voces liberales, incluyendo algunas de las feministas más populares, condenaron
a Amina. Su argumento era que sus acciones representaban un retroceso para los
derechos de las mujeres al convertir lo que era una lucha social y política en
una guerra divisiva imposible de ganar entre la fe y la cultura.
Pero hubo
voces que hablaron aún más alto: los islamistas que se reunieron afuera del
tribunal en Kairuán, quienes pedían que Amina fuese azotada o apedreada
hasta la muerte.
"Déjennos solas"
En mayo,
una situación que ya era volátil fue exacerbada cuando tres activistas de
Femen, de nacionalidades europeas, fueron arrestadas cuando protestaban fuera
del Ministerio de Justicia en Tunicia.
Maya
Jribi, una política tunecina y una defensora de los derechos de las mujeres,
deploró el uso de las tácticas de Femen en el contexto de un país como Túnez.
"Por favor, déjennos solas", indicó. "Ustedes están poniendo en
riesgo todo por lo que hemos luchado".
Tras un
mes, las manifestantes fueron dejadas en libertad y regresaron a París.
A inicios
de agosto, después de dos meses que fuese declarada culpable de tener un
spray de pimienta y de que fuera encarcelada, Amina fue puesta en libertad.
Todavía
recibía amenazas de muerte pero quería terminar su educación. Decidió irse a
Francia.
Muchos
tunecinos estuvieron complacidos al verla partir.
Ahora,
después de dos años de estar en París, Amina ha regresado y está lista para
lanzar una nueva revistas feminista.
En
Francia, completó la secundaria, se hizo varios tatuajes y coescribió su
autobiografía que fue publicada en París con el título: "Mi cuerpo me
pertenece".
En el
título y en el libro, Amina enfatizó la idea que había tratado de expresar con
la fotografía original: cuando el cuerpo femenino es visto como el repositorio
del honor de la familia o como una fuente de su vergüenza, se convierte
inmediatamente en una posesión que debe ser tenida y resguardada por los
hombres.
La
demanda masculina por la modestia femenina, argumentó, es implícitamente
respaldada por la amenaza de la violencia.
Los
llamados "asesinatos de honor" son todavía endémicos en África del
Norte y el Medio Oriente y son la más extrema manifestación de esa amenaza.
"Se
habla de la gente que muere por el consumo de alcohol, de cigarrillos, de
drogas", Amina señala. "Pero también hay muertes de honor. No tenemos
estadísticas, pero estoy segura que son enormes".
Una revista
Durante
gran parte de su tiempo en París, Amina se quedó en la casa de la familia del
escritor y editor francés Michel Sitbon y ha sido gracias a su apoyo financiero
que ha podido empezar a trabajar en su nuevo proyecto.
Amina
describe la publicación, que empezará a circular en enero de 2016, como una
"revista femenina feminista (…) maquillaje, moda, cocina, pero también
vamos a hablar de libros, sobre el aborto, la homosexualidad, los refugiados,
el secularismo… Intentaremos que las mujeres nos vean como algo
interesante".
La
revista se llamará Farida, un nombre de mujer que significa "única"
en árabe pero que también le evoca la palabra inglesa "freedom"
(libertad). Será
escrita solo en árabe y tiene como objetivo llegar a las mujeres de entre 15 y
25 años.
Farida se
inspiró en una publicación llamada Paiza, que fue publicada en Túnez en 1958
por una periodista y editora llamada Dorra Bouzid.
Ahora con
80 años, Bouzid todavía es activa en Túnez y estaba planeando colaborar con
Amina hasta que se pelearon.
Sea cual
sea la razón de sus desacuerdos, Amina reconoce su deuda con una feminista
mayor y ve paralelismos entre las necesidades de las tunecinas de hoy en día y
las luchas de una generación anterior.
Cuando
Bouzid publicó Faiza, Túnez era un país estrenando independencia y su primer
presidente, Habib Bourguiba, había pasado una serie de leyes que le daban nuevos
y sin precedentes derechos a las mujeres en ese país.
La
poligamia había sido declarada ilegal y el divorcio había sido legalizado.
El
matrimonio no podía efectuarse si no existía el consentimiento de la mujer.
Había una
necesidad urgente, Amina señala, de que las ideas seculares de los gobernantes
de Túnez se vieran reflejadas en la prensa popular y que se tradujeran en la
cultura de la vida diaria.
Miedo
Faiza, la
primera revista femenina publicada en árabe, era parte de ese movimiento. Y
Farida, Amina espera, tomará los mismos valores progresivos y seculares para
una generación de jóvenes que han crecido en el clima intensamente religioso y
conservador de Túnez del siglo XXI.
La
hostilidad hacia las formas fundamentalistas es el hilo que une las protestas toplessde Amina con su trabajo como escritora y editora.
No se
arrepiente de la provocación incendiaria de las fotos con los senos
descubiertos, pero quiere enfocar su atención en "algo que todo el mundo
pueda entender".
Farida,
dice, "será más madura que provocativa. No es como 'Amina, la activista'.
Es otra personalidad".
La
controversia que Amina desató en 2013 no se ha extinguido aún. En las calles
de Túnez e incluso en la pintoresca localidad de Sidi Bou Said, donde ahora
vive, la apariencia de Amina en la calle provoca insultos, abuso y miradas de
incredulidad.
Túnez
podría estar entre las naciones más liberales de África del Norte, pero se
mantiene como un país predominantemente islámico y tradicional, un lugar en el que el cabello
azul, los piercings y los tatuajes de Amina representan un choque con las fuerzas
de poder.
Las
amenazas de muerte no han desparecido en su totalidad. Pero si Amina tiene
miedo, no lo demuestra. Son los que odian, dice, quienes están realmente
asustados. "Veo personas a quienes les asustan las mujeres", señala.
"Están
tratando de hacer lo que sea para que no podamos abrir nuestras bocas porque
sienten el peligro que representa una mujer"
Via: paginasiete.bo
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