Extremismo ortodoxo vs. radicalismo anticlerical en Rusia

El fundamentalismo ortodoxo y el vandalismo anticlerical han entrado en escena en Rusia, fenómeno que añade un nuevo y alarmante ingrediente a la vida política del país y reaviva el debate sobre el papel de la Iglesia Ortodoxa Rusa en la sociedad.

Durante los casi 74 años de régimen comunista la Iglesia Ortodoxa Rusa fue, primero, brutalmente perseguida y, luego, férreamente controlada, pero tras la caída de la Unión Soviética ha recobrado protagonismo y se ha erigido en uno de los pilares de la nueva institucionalidad.

La estrecha vinculación de la jerarquía ortodoxa con las autoridades postsoviéticas le ha permitido a la primera recuperar en muy poco tiempo su influencia en la sociedad rusa y, por tanto, convertirse en un aliado de suma importancia para el Kremlin.

En vísperas de las elecciones presidenciales de marzo pasado, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa, Kiril, expresó su confianza en que Vladímir Putin sería reelegido como jefe del Estado.

Poco antes, el jerarca ortodoxo había llamado a los fieles a abstenerse de participar en la manifestaciones que siguieron las a elecciones parlamentarias de diciembre del año pasado, denunciadas como fraudulentas por la oposición.

La postura de Kiril sobre estos temas alejados de la religión suscitó críticas de sectores laicos y anticlericales, que además han coincidido con escándalos que han salpicado a miembros del clero, incluido el propio patriarca, cuyo reloj, un Breguet de 30.000 dólares, acaparó hace unos meses la atención los medios.

Uno de los versos de la plegaria punk "Madre de Dios, echa a Putin", que las Pussy Riot escenificaron en la catedral moscovita de Cristo Salvador, tenía como blanco precisamente al jefe de la Iglesia Ortodoxa.

"El patriarca (...) cree en Putin, más le valiera creer en Dios", reza la canción por la que tres integrantes del grupo punk fueron condenadas este mes a dos años de prisión tras ser declaradas culpables de "gamberrismo motivado por odio religioso", como fue tipificada su acción en la catedral.

El caso de las Pussy Riot reactivó a los grupos ortodoxos ultras, que hasta hace poco se centraban prácticamente en la lucha contra los activistas por los derechos de las minorías sexuales.

El pasado día 22, el líder del movimiento ortodoxo "Santa Rus", Iván Otrakovski, hizo una llamamiento a crear patrullas ortodoxas en todo el país para defender los templos y a los popes de los ataques anticlericales.

"Si descubrimos a personas que cometen actos sacrílegos contra los santuarios y la fe ortodoxa, que manifiestan agresividad para con los sacerdotes, nos reservamos el derecho a adoptar las medidas correspondientes", advirtió Otrakovski en declaraciones al portal Interfax-Religuia.

Según el líder de "Santa Rus", los miembros de este movimiento no pueden permanecer impasibles frente a la "flagrante ilegalidad que ocurre en la tierra patria con la anuencia de las autoridades".

"Sólo el Estado tiene en nuestro país el derecho a ejercer la violencia dosificada. De lo contrario, habrá graves consecuencias", advirtió este miércoles el defensor del pueblo, Vladímir Lukin, en respuesta a la iniciativa de Otrakovski.

Este sábado, desconocidos derribaron y serraron cuatro cruces ortodoxas, una en la región de Arjanguelsk, en el noroeste del país, y tres en la región de Cheliabinsk, al pie de los montes Urales.

"Como toda persona normal, estoy indignado por esa estúpida acción de los 'luchadores contra las cruces'. Quisiera que esos marginales se presenten ante nosotros y nos expliquen los motivos de su demencial conducta", dijo hoy Lukin al condenar estos actos de vandalismo.

Los vándalos rusos no explicaron el motivo de su acción, a diferencia de las activistas de movimiento feminista ucraniano FEMEN que el pasado día 17 serraron con una motosierra una cruz de madera instalada en el centro de Kyiv, la capital de Ucrania, en memoria de las víctimas de las represiones estalinistas.

Esa acción, explicó FEMEN, fue llevada a cabo para expresar el respaldo del movimiento feminista a las Pussy Riot.

Via: elobservador.com.uy


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