En topless, a gritos y con el torso pintado, las integrantes y seguidoras del grupo feminista Femen han conseguido en seis años globalizar desde Ucrania su peculiar forma de protesta contra la violación de los derechos de las mujeres o para propugnar la libertad de abortar.
Seis años después de su aparición, sus acciones resultan ya habituales lejos de la exrepública soviética. España ha sido uno de los escenarios de sus últimas protestas. El proyecto de reforma de la ley del aborto del Gobierno del Partido Popular aparece hoy en la diana de sus críticas. En los últimos meses, miembros de Femen han enseñado sus pechos en el Congreso, en medio de la marcha antiabortista del pasado noviembre o ante el cardenal Antonio María Rouco Varela, al grito de "Aborto es sagrado" o "Toño, fuera de mi coño", en referencia al arzobispo de Madrid.
El movimiento Femen nació en Kyiv en 2008, fundado por la ucraniana Anna Hutsol e integrado por un grupo reducido de universitarias, con la pretensión de defender los derechos de las mujeres y luchar contra las redes de explotación de sus compatriotas dentro y fuera de su país. El objetivo de sus protestas ha sido, en gran medida, las instituciones y símbolos religiosos, así como los regímenes y políticas contrarias a sus ideales feministas. Casi nada nuevo hasta aquí que explique su alcance. Más allá de esto, el éxito de Femen reside fundamentalmente la fórmula de su protesta: el topless, que ha conseguido hasta ahora su finalidad de escandalizar y atraer los focos de los medios allá donde se ha producido.
Después de unas primeras protestas en ropa interior, la repercusión lograda en 2009 por la militante Oksana Shachko al aparecer en público en Kyiv en topless estableció la fórmula de actuación de las futuras reivindicaciones del movimiento, que alcanzó enseguida fama internacional.
En cualquier caso, pese a que la táctica del destape es la que identifica al movimiento, Femen ha protagonizado otro tipo de acciones polémicas. Entre ellas, destaca el derribo de una cruz que recordaba en Kyiv a las millones de víctimas católicas de la persecución estalinista, un ataque que desató una agria controversia en el país.
Pero son sus apariciones con el torso desnudo son las que han dado la vuelta al mundo. Desde sus protestas en la Eurocopa de Ucrania y Polonia de 2012 a las últimas en España, las activistas de Femen han enseñado sus torsos y pechos pintados en la plaza de San Pedro del Vaticano, en Hannover (Alemania) ante el presidente ruso, Vladímir Putin, y la canciller alemana, Angela Merkel, en la catedral de Notre Dame de París, han arrojado agua al arzobispo de Bruselas en la capital belga y han protagonizado varias protestas de apoyo a la tunecina Amina Sbui, juzgada en su país por pintar la palabra 'Femen' en el muro de un cementerio.
En todas sus acciones han mostrado su rechazo a las religiones. En abril de 2013 proclamaron el 'día internacional de la Yihad en topless', y en una de sus últimas apariciones, el 25 de diciembre del pasado año, una militante del movimiento prorrumpió en gritos en la catedral de Colonia, en Alemania, en plena celebración de la Navidad, con una pintada en su cuerpo en la que se leía 'Yo soy dios'.
Apoyos y rechazos
Sus acciones en topless han despertado adhesiones y rechazos. Algunos grupos feministas critican su forma de protesta, al considerar que proyecta una imagen distorsionada del movimiento, o por la utilización del cuerpo de la mujer como instrumento de reivindicación bajo un prisma masculino.
Las protestas se han saldado en general con arrestos y sanciones leves. El derecho a la libertad de expresión ha seguido amparando sus actos, aunque las militantes del movimiento han tenido más problemas en países con legislaciones más restrictivas.
El grupo se extendió por Europa sobre todo a partir de 2011. Cuenta con grupos autónomos en Polonia, Italia, Suiza, Francia, Alemania o Israel. En España están presentes desde el pasado año, con la estudiante Lara Alcázar como cabeza visible.
En su perfil de la red social Faceook, el grupo español de Femen dice defender la igualdad de género y la "autodeterminación" de la mujer para "hacer con su cuerpo lo que desee" y se propone el objetivo de denunciar la violencia y el acoso o el "veto" de la Iglesia y otras religiones.
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