Ciudad del Vaticano. - Manifestantes que demandaban un mayor papel de la mujer en la Iglesia Católica encendieron una bengala de humo rosa en una montaña sobre el Vaticano el martes mientras comenzaba el cónclave exclusivamente masculino en el que se elegirá al próximo Papa.
Imitando las tradicionales señales de humo de la Capilla Sixtina, blanco para un nuevo pontífice y negro para una votación inconclusa, las mujeres también se vistieron de rosa y llevaron insignias de "sacerdocio femenino", informó Reuters.
Algunas mujeres han sostenido que ya juegan un papel importante en la Iglesia, enseñando y preocupándose por los jóvenes católicos y haciendo gran pare del trabajo de misionero, mientras que otras consideran que están excluidas de los papeles más importantes y que la prohibición del sacerdocio femenino está obsoleta.
"El actual club de amigos (hombres) ha dejado a nuestra Iglesia tambaleándose por los escándalos de abusos, el sexismo y la opresión", dijo la directora de la Conferencia por el Sacerdocio Femenino, Erin Saiz Hanna, una de las mujeres que se reunieron en un pequeño grupo en la colina Janiculum, sobre la catedral de San Pedro.
"La gente de la Iglesia está desesperada por un líder que abra el diálogo y abrace los regalos de la sabiduría femenina en cada nivel del gobierno eclesiástico", dijo.
El Vaticano dice que las mujeres no pueden ser ordenadas sacerdotes porque Jesucristo eligió voluntariamente sólo a hombres como apóstoles. Los partidarios del sacerdocio femenino dicen que Jesús simplemente actuó conforme a las costumbres de su tiempo.
La protesta del martes en Roma se dio después de una manifestación de "humo rosa" en Nueva Orleans durante el fin de semana, a la que seguirán actos similares en ciudades de todo Estados Unidos en los próximos días.
El año pasado, el papa Benedicto XVI reafirmó la prohibición al sacerdocio femenino y dijo que no toleraría desobediencia por parte de los clérigos en las enseñanzas fundamentales. Bajo su liderazgo, el Vaticano fue firme ante los partidarios de la ordenación de las mujeres.
Pero algunos cardenales que forman parte del cónclave de esta semana se han expresado sobre la necesidad de revisar el papel de las mujeres en la Iglesia y de que se les abran las puertas a las posiciones de liderazgo.
El cardenal argentino Leonardo Sandri, de 69 años, dijo a Reuters este mes que las mujeres deben tener un papel mucho más importante en la vida de la Iglesia y poder contribuir en áreas que ahora están exclusivamente abiertas a los hombres.
VICESECRETARIAS
Actualmente, las mujeres, la mayoría de ellas monjas, sólo pueden alcanzar la posición de vicesecretaria en los departamentos vaticanos, el tercer puesto tras el de presidente y secretario.
En este momento sólo dos mujeres ostentan el cargo de vicesecretaria: la hermana Nicoletta Spezzati y la secular Flaminia Giovanelli.
Spezzati ocupa el puesto en el departamento vaticano para las órdenes religiosas, que está dirigido por el cardenal brasileño Joao Braz de Aviz, que votará en el cónclave y es un potencial candidato a Papa.
Ha jugado un papel mediador tras la reprimenda por parte del Vaticano el año pasado a unas monjas estadounidenses por no hacer lo suficiente para luchar contra el aborto y el matrimonio homosexual. También ha sido reconocido por suavizar la mano dura aplicada por su predecesor en el departamento que se había quejado por las tendencias liberales en la Iglesia.
Giovanelli trabaja para el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz bajo la dirección del cardenal Peter Turkson de Ghana, el principal papable africano.
Algunas mujeres, cansadas de esperar a que las normas cambien, han decidido echar mano del asunto. La Asociación Católica Romana de Mujeres Sacerdotes (ACRMS) dice que hay más de 124 mujeres sacerdotes y 10 cardenales en el mundo, a pesar de que el Vaticano las considera excomulgadas.
Janice Sevre-Duszynska de la ACRMS, que participó en la protesta de Roma con su vestimenta blancas de sacerdote, dijo que si se encontrara con el siguiente Papa le pediría un paso adelante en la modernización de Concilio Vaticano Segundo de 1962-65, en el que se discutieron las relaciones entre la Iglesia y el mundo moderno.
"Le diría que necesitamos un nuevo concilio vaticano en el que los obispos no estuvieran invitados, ni los cardenales, ni los sacerdotes, sino simplemente la gente de las parroquias locales y la gente que ha salido de la cárcel y de centros de acogida para personas sin hogar", dijo.
Via: eluniversal.com
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