Femen significa muslo, esa parte de la pierna que aparece en la juntura de las caderas. La elección de este nombre para un nuevo y radical movimiento feminista fue, como tantas veces sucede, azarosa: apareció y les gustó, porque sonaba a femme, a mujer. Y es que las Femen son todo mujer, verdaderas mujeres. Por eso no están presas de tupperwares, ni pre-ocupadas por las albóndigas o los disfraces que comprarán a sus hijos en los chinos para el carnaval del cole, ni disfrutan con las necias y pacatas sombras de grey. Lo son tanto que han hecho de su pecho desnudo una pancarta a la vez que, sorprendentemente para muchos, tocan sus cabellos con delicadas coronas de flores. Y es que esas coronas son en su país de origen, Ucrania, el símbolo de las chicas que aún no se han casado, que por eso son aún libres, jóvenes y fuertes. Parecen diosas, porque son además bellas. Y guerreras y atléticas, como artemisas o dianas cazadoras.
A Sasha, Anna, Inna y Oksana, en el 2008 –cuando empezaron sus acciones siendo aún unas muchachas- les unía la convicción de la necesidad de tomar su cuerpo de mujer como absolutamente propio para, expuesto de modo perturbador, poder convertirlo en molesto e inoportuno. Su activismo -Sextremismo- agresivo pero no violento, comienza en Ucrania, la nueva Tailandia dicen, el paraíso de la prostitución, el serrallo donde van a husmear entre las piernas de las hermosas ucranianas hombres centro europeos y turcos, que llegan a cientos en autobuses para su safari humano por discotecas y hoteles. Su lúcido espanto ante ese estado instalado ya en lo común les condujo a una de sus primeras acciones: Ucrania no es un burdel. Y, cómo no, al empezar este señalamiento contra la prostitución empezaron a ser tratadas como prostitutas. En esa misma lucidez, de las que carecemos tanto habitualmente, se escandalizaron por los concursos de belleza, Miss Ucrania o Miss Universo , financiados por millonarios propietarios de casinos y casados con modelos, en lo que las mayoría de la chicas eliminadas se convierten en amantes de ricos o en prostitutas ¿No deberían llamarlos en realidad Miss Putilla o Reina de la felación, como figuraba en las bandas que llevaron las chicas Femen en la performance que realizaron en la sede del concurso?
Femen son jóvenes y urgentes. Tienen fuerza y prisa, la precisa para una victoria sobre el patriarcado, dicen, pero sobre todo –y ese es su gran logro- para crear una cultura de la resistencia donde todo parece que da igual. Sus armas son sus pechos desnudos. Ahora están también sus palabras, las que la autora del libro que edita Malpaso -que comienza con una declaración, un Manifiesto Femen- y trae las horas y horas de entrevistas con ellas, donde manifiestan su juventud, su espíritu creativo y su activismo artístico y reivindicativo, y su infinita compasión por las mujeres dañadas y dolorosas, que acompañan con una ira feroz contra aquellos que provocan el sufrimiento. Dice la autora del libro que las mujeres Femen pertenecen a la estirpe de los grandes revolucionarios, a la herencia de las mujeres que se sublevaron en tiempos del zar. Por eso no debe confundirnos su juventud y atrevimiento insolente. Todas son universitarias y formadas. Leen a Bebel y a Marx. Sí, Marx; no se asunten y recuperen de Marx aquello que ellas toman, eso tan sencillo pero tan pleno y olvidado como la necesidad de la igualdad de oportunidades y de que así sea siempre. Sus reivindicaciones se sitúan frente a los dueños del mundo, contra el capitalismo, el clericalismo y la industria a del sexo, lo que les ha supuesto el acoso del Servicio de Seguridad Ucraniano SBU, entre otros, y ser muchas veces detenidas y amenazadas.
Las Femen han salido de Kyiv. Establecidas en Francia, han protestado en el Vaticano, Moscú, Estambul, París y Londres. Han llegado incluso a nuestro parlamento a propósito de la estranguladora ley del aborto que promete imponerse. Quizá algunos de nuestros políticos cortos de vista que allí estaban solo vieron desde sus corbatas un pecho para desear y poseer, o incluso algunas parlamentarias (de las que piensan, no de las intelectualmente inferiores que alguno de nuestros Ministros sabe intuir) pensaron que tenían algo de casquivanas; posiblemente fueren incapaces de entender que sus cuerpos son un tema y no un objeto. Ni siquiera pudieron barruntar que cabe el cuerpo como arma y ya no como campo sobre el que batallar y arrasar. Y es que hay tantos Cañetes aun por descubrir, deseosos de devolver a las mujeres al harén.
Esas son las mujeres Femen. Intrépidas y libres amazonas, capaces de gritar que “Ucrania no es una vagina”, que contienen en sus pechos corazones valientes, de coraje e impetuoso arrojo, que se manifiestan en bragas y coronadas, que reciben la asesina homofobia y el imperialismo de “enano” Putin, partícipes de un nuevo feminismo de “perras democráticas”.
Edición y prólogo de Galia Ackerman
Malpaso, 2014
183pp
Femen
Via: ociogay.com
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