Amina es una joven tunecina que ha cobrado fama mundial a partir de la publicación que hizo en las redes sociales de su foto en topless con el mensaje escrito en su piel: “Mi cuerpo es mío y de nadie más”. Con 19 años, ha sido condenada a muerte por lapidación por el clérigo Adel Almi, través de una Fatwa, un pronunciamiento legal en el Islam de eruditos religiosos, que la declara culpable de mostrar su cuerpo en público.
Los grupos de defensa de los derechos de las mujeres a nivel mundial han iniciado una cruzada de apoyo para evitar que se lleve a cabo este crimen, de una defensora de los derechos de las mujeres que se atrevió a romper las estrictas reglas del Islam.
Antes de que sea lapidada hasta morir para ¨castigar su indecencia”, la joven estudiante de educación secundaria recibirá 100 latigazos en un sitio público, para evitar que su ejemplo desencadene que otras jóvenes repliquen su acción.
Esta valiente mujer es integrante del grupo Femen, un movimiento feminista surgido en Ucrania en 2008 y que realiza sus protestas con el torso desnudo para llamar la atención. Su mensaje en la red social ha provocado un movimiento de apoyo a nivel mundial, que exige no se lleva a cabo el castigo que le fue realizado.
Al momento de escribir estas líneas, se tiene conocimiento de diferentes versiones sobre su paradero actual, pero otra joven tunecina que se llama Meriam subió una fotografía con el pecho descubierto en la página de Femen con el mensaje: “Nadie debería tener el poder de la vida o muerte sobre nosotras. Apoyo a Amina y a todas las mujeres árabes”.
El desarrollo de las sociedades debe de llevar a una adaptación de las instituciones, que incluyan incluso a las religiones. Con el avance tecnológico y la velocidad con que se difunde la información a nivel mundial, cumpliendo con el respeto a las tradiciones de cada culto, las libertades y los derechos no se pueden limitar.
En este mismo espacio señalábamos en nuestra entrega anterior nuestro beneplácito de que la iglesia católica estuviera viviendo un momento de definición, pero también de una posible adaptación a una sociedad que se mueve vertiginosamente.
Desde este espacio, nos unimos a la red de apoyo a Amina, porque creemos en los derechos y las libertades de las mujeres, en un mundo de igualdad y plenos derechos para todos, con el sincero deseo de que esta condena no se concrete. Además de que la valentía de Amina sea la punta de lanza de un movimiento al que se sumen que la voz de muchas mujeres musulmanas, ¿no cree usted?
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