Domingo, 2 de marzo del 2014
No eran más de cuatro. Llegaron como un huracán, agazapadas bajo caperuzones y capas negras. Extendieron un círculo de orégano en el suelo -«es marihuana», decían-, saltaron al interior y empezaron a hacer y decir cosas que pasmaron a los peatones y al puñado de periodistas que habían logrado arrancar de las redacciones. «Las mujeres son las personas que más tiempo llevan oprimidas sobre la tierra, pero esta, por fin, es la Estación de la Bruja -se le oyó decir a una de ellas frente al Gem Spa del East Village de Nueva York-. El mismísimo Satán se sienta en este comité y demandamos el derecho de informarle y besarle el culo, como hace toda América».
Aquel fue el primero de los múltiples aquelarres de una guerrilla femin...
Via: elperiodico.com
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