Aunque parezca un hecho anecdótico, la agresión al cardenal Rouco por parte de activistas de Femen cobra significado de categoría si se ensambla con otra serie de sucesos que deponen en el mismo sentido. Al grito de “¡el aborto es sagrado!”, cinco mujeres en topless se abalanzaron sobre el cardenal en el momento en que éste pretendía entrar en la parroquia madrileña de San Justo y Pastor, intentando envolverle la cabeza con ropa interior femenina manchada con sangre. Perdió las gafas, pero no sufrió heridas. Las activistas, rotuladas con Femen en su espalda y puño en alto, se retiraron entre las muestras de rechazo de fieles que presenciaron la escena.
La misa de Navidad en Colonia, igualmente fue interrumpida por Femen, cuando una de ellas se plantó ante el altar gritando “I am God” (yo soy Dios); y días después, lo hicieron en la catedral católica de Estocolmo, con la pintada en su dorso “My body is my Choice” (mi cuerpo es mi elección). Es de suponer que seguirán cometiendo sus barrabasadas indistintos puntos para demostrar su adhesión al homicidio de los no nacidos. Femen tuvo su origen en Ucrania en 2008, promovida por Inna Schevchenko (¿acaso pariente del futbolista?).
En nuestro país, el anteproyecto de ley presentado por Gallardón como alternativa al aborto-derecho zapaterino, ha sido el leit motiv para una áspera campaña del PSOE. Su vicesecretaria, Elena Valenciano, ha expresado incluso la necesidad de romper acuerdos con la Santa Sede. Los socialistas confían que la ley Gallardón sea la palanca que termine por desbancar al PP de su posición de dominio, y se agarran a ella como a un clavo ardiendo.
En estos días, también ha surgido un documento de la ONU que origina controversia. En concreto, el 5 de febrero, la Convención de Derechos del Niño que radica en Ginebra fustigó a la Santa Sede por indiferencia y ocultamiento del abuso a menores por miembros del clero católico, acusándola de no haber adoptado las medidas de protección oportunas. A su vez, el Vaticano toma nota de esta admonición, bien que detecta en ella intentos de interferir en su labor pastoral y docente. La verdad es que este problema de la pederastia había sido contemplado en 2010 por Benedicto XVI en su “Carta Pastoral a los católicos de Irlanda”, recordando a los sacerdotes implicados la gravedad de su traición y la necesidad de responder ante Dios y ante los tribunales. En los dos años sucesivos se produjo la destitución de 400 de estos pederastas.
Finalmente, hay que contemplar la persecución de los cristianos a nivel mundial, que ocasiona miles de víctimas cada año (hasta 100.000, según el Centro Gordon-Conwell de Massachusetts). Con el advenimiento de la llamada “Primavera árabe”, la matanza de creyentes ha crecido en países de mayoría musulmana. Hay un éxodo masivo de cristianos de Irak. Su vida en Pakistán resulta miserable y peligrosa. Las agresiones a cristianos coptos en Egipto son obvias. Los fieles a Cristo están entre dos fuegos en Siria. Se registran ataques en Nigeria, Sudán y el Congo. Etc.
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