En mayo del 68 París era una fiesta. El amor libre campaba a sus anchas y la gente se desmelenaba en una orgía perpetua. Ahora las cosas han cambiado. Enseñar los pechos es un sacrilegio. Y todavía es más escandaloso decapitar, con las tetas al aire, a la estatua de cera de Putin. Otra cosa es que el presidente ruso rebanaría de buen grado lo que usted y yo sabemos a cualquiera que le lleve la contraria. Una activista de Femen, organización feminista que ha tenido la feliz o infeliz idea de que sus militantes muestren los senos para que la prensa reproduzca sus 'perfomances', fue condenada ayer por un tribunal francés. El delito es el de exhibicionismo y actitud vandálica. Así pues, la detractora de Putin tendrá que apoquinar 1.500 euros.
La militante llevó a cabo su acción el 5 de junio en el Museo Grévin, que acoge estatuas de cera en la capital francesa. A pecho descubierto, donde llevaba escrito «Kill Putin» (Matar a Putin), Iana Zhdanova, que así se llama la miembro de Femen, le dio un estacazo al sosias del mandamás del antiguo KGB. La estatua de Putin se desplomó y del golpe se partió la crisma. Por ahora se ignora si Putin se derritió al ver los pezones de Iana. Huelga decir que Putin encarna la apoteosis de la testosterona y su réplica, aunque sea un muñeco, también debe de tener un par. Testigos del descabezamiento fueron las efigies del rey Juan Carlos y del presidente norteamericano Barack Obama.
Iana Zhdanova está afincada desde hace dos años en Francia como refugiada política. Zhdanova pensaría que en la libertina Francia se iban a tolerar sus provocaciones, pero no. Lo cual no quita para que Hollande se despelote cuando le da la gana para holgar con la actriz Julie Gayet. Pero es distinto, Hollande se pone en cueros con la protección de los escoltas, mientras que la feminista se desviste y le caen encima unos cuantos gorilas.
Cuando leyeron la sentencia, a la chica le entró la risa floja. «Me río porque es muy extraño. Estoy muy sorprendida por esta decisión», dijo. Su abogada, Marie Dose, también está perpleja. Es la primera vez que un tribunal francés condena a una seguidora de Femen por un delito que antes se llamaba atentado a la moral pública, íntimamente emparentada con la moral púbica.
La abogada de la activista recurrirá la sentencia y quién sabe si dará un chal a su clienta.
A simple vista Putin e Iana Zhdanova tienen poco que ver. Pero si uno echa un vistazo a internet se ve que también al presidente le gusta sacar pecho y exhibirlo, solo que el jefe de Estado de Rusia se pirra por mostrar las tetillas con un rifle de francotirador en las manos. También al bueno de Vladimir le gusta repartir mandobles, solo que lo hace deportivamente con traje de karateca. Sin kimono, Putin reparte leches por delegación. Entonces manda a las fuerzas de seguridad a disuadir cariñosamente a la oposición de lo equivocada que está. El ajedrecista Kasparov y otros muchos conocen sus argumentos.
Via: lavozdigital.es
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