“Mi cuerpo es mío y no representa el honor de nadie”. Estas palabras, acompañando una foto suya, desnuda de la cintura para arriba, convirtieron a la joven tunecina Amina Sboui en símbolo de la lucha feminista y blanco del islamismo radical.
La foto, subida a Facebook el 1 de marzo de 2013, dio la vuelta al mundo. Simpatizante de las activistas de Femen, Amina Sboui estaba decidida a denunciar, según ella misma dijo en entrevistas, “la situación de la mujer en el mundo árabe”.
La reacción islamista fue iracunda: un imán, identificado como Adel Almi, pidió para ella, en principio, una pena de 100 latigazos. Y después, “debido a la gravedad de su pecado, merece ser lapidada hasta la muerte”.
La prensa, que no supo nada de ella durante varios días, expresó su temor de que Amina hubiera sido asesinada. Pero no fue así. En mayo, Amina —en cuya muñeca derecha lleva tatuadas tres palabras: lucha, nudismo, libertad— volvió a ser noticia tras pintar el muro de un cementerio en Kairuán para protestar contra el congreso que estaba realizando el partido salafista Ansar al Sharia. Se le acusó de agredir a un agente de policía y dañar la moral pública y fue multada con 300 dinares (alrededor de 189 dólares). Luego se le acusó de pertenecer a una organización “criminal” (Femen).
En agosto, la corte ordenó su liberación provisional, aunque aún enfrenta un cargo por “profanación de cementerio”.
El 20 de agosto, Amina anunció que renunciaba a Femen, a la que llamó “organización islamófoba”, y se declaró “anarquista”.
Via: eluniversal.com.mx
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