Es difícil saber si lo que sustenta la canción A Man Like Putin, aquí debajo en su original rusa y en la versión inglesa, es admiración o ironía.
En cualquier caso, los rusos quedaron tan convencidos con la historia sobre pegadizo techno machacón de un Vladimir Putin como marido ideal para cualquier mujer, que la canción se hizo inmensamente popular, sonando incluso en los mítines del propio Putin. El mandatario aspira a presidir Rusia tras las elecciones del próximo 4 de marzo, de nuevo, tras haber ejercido también como primer ministro.
Cuando la canción apareció hace diez años, Putin llevaba ya dos como segundo presidente ruso y provocaba cierta “euforia” en la población, según explicó el autor de la canción, Alexander Yellin. Este apostó con un amigo a que escribiría una canción sobre Rusia que sería todo un éxito. Y ganó.
Yellin asistió atónito a la conversión de su tonadilla en éxito entre los seguidores de Putin, viendo cómo se pasaba por alto la ironía de la letra. Para desquitarse, el autor compuso una canción radicalmente diferente, Our Madhouse Votes for Putin, interpretada por el grupo rock Rabfak en un estilo folk-rock menos facilón que el hit anterior y con el modo irónico mucho más evidente. Sorprendentemente ha alcanzado tanta popularidad como la primera, otorgando a Yellin el increíble título de compositor de las dos canciones más famosas pro-Putin y anti-Putin.
En este contexto de bacalao machaca de señoritas que quieren casarse con Putin o de señores que comparan a la población rusa con los internados de un manicomio, la aparición de Pussy Riot ha sido todo un estallido, una revolución.
Colectivo anónimo y feminista, saltaron a las pantallas y a los periódicos con una aparición de guerrilla subidas a un muro en plena Plaza Roja, frente al Kremlin, a principios de mes. El lugar al que treparon no era un sitio cualquiera, sino el Lobnoye Mesto, la plataforma que los zares usaban para hacer sus anuncios oficiales y ceremonias religiosas. Y eso tenían que hacer ellas también cuando, en menos de un minuto, escupieron una canción punk cuya letra dice “¡revuelta en Rusia, Putin tiene miedo!”.
“El lugar no es sencillo y aunque ya teníamos la escalera y los instrumentos, teníamos que aprender a disponer todo con gran rapidez. Entrenamos como en un campamento para hacerlo velozmente en su día, enchufar esto y aquello” dice una de ellas en la grabación en vídeo de una entrevista que concedieron para The Guardian, en ruso, y que ellas han publicado en su propio canal de YouTube, traduce Francisco Javier Bran.
Eligieron el Lobnoye Mesto por su “tradición como lugar de protestas ya en el siglo diecinueve” explican, y anuncian que les gustaría que lo suyo fuera una “continuación del estilo de los decembristas”, los oficiales rusos que se sublevaron contra el zar Nicolás I.
A pesar de que en las últimas semanas han sucedido varias manifestaciones anti-Putin, las autoridades ya les habían advertido que estaba prohibido actuar ahí donde ellas lo hicieron. “La revolución será como quieran los ciudadanos. A veces nos preguntan por qué empezamos tan desde abajo, pero es que hay que lograr que ciertas cuestiones sigan estando en boca de la gente, como las marchas anti-Putin. La revolución no es algo simplemente espontáneo, que sucede y ya está; una revolución requiere una preparación, hay que explicar a la gente para que la sociedad esté preparada”.
Ellas no actúan en salas de conciertos, sino en la calle, frente a una comisaría o en el metro. En esta canción, del disco Mata al sexista, las chicas gritan “en las aulas de los colegios electorales meten a los votantes, apestan las cabinas [para votar] en salas sofocantes, huele a sudor y se siente el control, los suelos están barridos, la
estabilidad está preparada”. Y piden “¡monta un Tahrir en la Plaza Roja!” y “¡libera el pavimento!”.
Pussy Riot viste pasamontañas y fina ropa de colores en el crudo invierno moscovita. “Lo principal de las máscaras es pensar que podemos ser quien queramos ser. Los grupos femeninos comerciales subrayan sus rasgos con maquillaje. Nosotras queríamos que no hubiera esto, que no se viera lo tradicional de esos grupos sino solo máscaras en vez de lo clásico de un grupo femenino. Hacemos movimientos poco habituales, nada femeninos, como más típicos del boxeo”, explican.
En el vídeo, el entrevistador pregunta a Tyurya, Garadzhá y Shaibá si quieren marcharse de Rusia. Ellas contestan: “esta pregunta nos la han hecho ya varios medios, que si dónde nos vamos a meter y tal, pero a mí me parece una pregunta bastante fuera de lugar”. A pesar de ello, otro colectivo feminista similar, el ucraniano Femen, en una carta abierta a Pussy Riot publicada el 28 de febrero, las invita “oficialmente” a decir “¡adiós, Rusia!” y las insta a que se reubiquen temporalmente en Ucrania “por razones de serguridad”. Femen les promete “refugio, comida y apoyo por todo el mundo en la lucha contra el régimen de Putin” y, añaden, “estamos preparadas para protegeros contra Putin, Medvedev y los oscurantistas”.
Estas riot grrrls no están solas. Moscú y San Petersburgo son cita para manifestaciones de miles de personas reclamando “elecciones limpias”, como la cadena humana del pasado 26 de febrero. La oposición seguirá realizando acciones de protesta los días 5 y 10 de marzo, tome o no Vladimir Putin el relevo de Medvédev en las elecciones presidenciales.
La oposición musical a Putin llega desde todos los flancos, incluso el militar. Los veteranos Michael Vistitsky, del Batallón de Inteligencia y el ex paracaidista Baranov Stanislav, de las Fuerzas Aerotransportadas de Rusia (la VSV), o que al menos visten como tales, forman el grupo ДЕСАНТ СВОБОДЫ (Tropas de la libertad), para el que Michael compuso la canción Libertad de aterrizaje en solo media hora, después de la manifestación del 24 de diciembre en la moscovita Avenida Sakharov. La canción circuló rápidamente en YouTube con un vídeo en directo, en la televisión, en descargas o manifestaciones, apoyando a la Liga de los Votantes, movimiento que mediante una red de voluntarios ha creado un observatorio para vigilar el proceso electoral, adscrito a la gran corriente por unas elecciones justas.
"Si eres un buen ciudadano, si eres Presidente, hay una ley y unas restricciones que se te deben aplicar: no debes robar el dinero de tu país y no debes mentir nunca a tu gente, ser transparente al público y rendir cuentas por lo que dices. Has sido Presidente durante ocho años, ¡pero eres candidato otra vez! Ahora mírate a los ojos y retira tu candidatura. Habíamos confiado en ti pero nos mentiste muchas veces, usando tus viejas tácticas de la KGB. Eres como yo, un hombre, no un dios", cantan los ex soldados.
La crítica política musical no sucede solo en las calles y en estos géneros. En este país donde géneros como el black metal o el pagan doom metal escapista de referencias a mitos y leyendas eslavas de grupos como Alkonost, Butterfly Temple o Сварга es inmensamente popular, la crítica política se infiltra en todo tipo de géneros —como el siempre agradecido hip-hop—, se filtra en la viralidad de YouTube, y se articula gracias a Facebook, Twitter, Livejournal o Friendster, dejándose atravesar por el humor, la sátira y la remezcla audiovisual.
Via: noticias.lainformacion.com
Short link: Copy - http://whoel.se/~LndiJ$cK