“Vengo de hablar con mis colegas de Rabat y están muy agobiadas, tristes e indignadas… La gente del colectivo está decepcionada: estaban avanzando y haciendo cosas a su ritmo en estos dos años, y zasca… Sabíamos que esto podía pasar, pero no de este modo o a causa de esto… Es tan duro, es tan injusto…” Así acababa el viernes pasado un activista cercano a Aswat, el mayor colectivo marroquí por los derechos de las personas LGTBI, su narración de lo sucedido en la última semana. Una semana de represiones que culminó con una acción de Femen en Rabat que ha venido a complicar extremadamente sus luchas en el país.
Desde ese agobio compartido os escribimos esta carta. Con la rabia, la tristeza, la indignación, el desaliento y la impotencia que nos invade cada vez que emprendéis acciones racistas en nombre del feminismo y de los derechos LGTBI. La escribimos con la rabia y la tristeza pero vamos a intentar, en honor a ese mismo feminismo, abrir con vosotras un espacio de diálogo, para explicar por qué rechazamos la acción en Rabat, y por qué vuestra forma de relacionaros con las mujeres, las feministas y l*s activistas en Marruecos y el mundo árabo-musulmán pertenece a una época que necesitamos urgentemente dejar atrás.
El contexto de las luchas LGTBI en Marruecos: Aswat como ejemplo
El artículo 489 de la Constitución marroquí sanciona “los actos licenciosos o contra natura con un individuo del mismo sexo” con penas de tres meses hasta seis años de prisión y multas de 120 a 1200 dírhams. Este mismo artículo, sin embargo, no surge de una tradición histórica propia de Marruecos sino que constituye una de las herencias de la colonización francesa, que cambió radicalmente la percepción existente en el país sobre prácticas sexuales no heteronormativas ampliamente recogidas en la literatura, las historias populares y los cotilleos de barrio, y les asignó una categoría permanente (y europea): LGTBI. El rechazo a esta categoría y, ahora ya sí, a unas prácticas que se han resemantizado nacen tanto del heterocentrismo reinante en todo el planeta como de resistencia a la colonización. Y esta cuestión, en referencia a la acción del pasado 2 de junio, es de una extrema importancia.
En los últimos dos años el colectivo Aswat, (lo tomamos como ejemplo no solo por su importancia sino por conocerlo de cerca) surgido a partir de una revista virtual que llevaba funcionando desde 2012, se ha consolidado y ha llevado a cabo numerosas campañas y acciones en defensa de los derechos LGBTI en Marruecos. En 2013 y 2014 lanzaron varios vídeos de protesta en contra de la ley 489, crearon KAYNIN, una mini serie web que pretende mostrar y denunciar casos de homofobia, y salieron a la calle a repartir mano en mano una carta que el colectivo había escrito conjuntamente para compartir la discriminación que sufren y exigir su hueco como ciudadanos y ciudadanas en la sociedad marroquí. Este año, como parte de la campaña del día internacional contra la homofobia y la transfobia, Aswat ha emitido un manifiesto, firmado por activistas y figuras públicas diversas, en el que formalmente se exige la abolición del artículo 489 de la constitución. Aswat ha recibido cientos de fotografías de personas de todo el mundo en muestra de apoyo y solidaridad, en las que, por primera vez, también se incluye un gran número de personas marroquíes a cara descubierta. Personalidades del mundo del arte y la cultura como el escritor Abdelah Taia y la cantante OUM también han manifestado públicamente su apoyo al trabajo de Aswat.
Desde el terreno, los colectivos conocen mejor que nadie sus objetivos, sus luchas, sus dinámicas, sus horizontes y sus riesgos. Si desconocemos sus luchas no es porque no existan, es porque somos ignorantes, sin más.
La acción en Rabat como imagen estática del colonialismo europeo
Marruecos tiene infinidad de lugares perfectamente reconocibles e icónicos en los que llevar a cabo una acción de protesta. La elección de eso que la prensa está denominando ‘Torre Hassan’ es posiblemente la peor de todas, porque ese lugar es, precisamente, donde está ubicado el mausoleo del rey Mohamed V, que es, a ojos de la opinión pública marroquí, el héroe nacional de la independencia respecto a Francia. Es el rey que fue expulsado del país por los colonos, que luchó por la descolonización y que regresó al país para negociar los términos de la independencia. Mohamed V es un icono de la identidad nacional marroquí frente a la ocupación.
En ese lugar con tanta carga colonial, se presentan dos activistas francesas, es decir, súbditas de la metrópolis colonizante. Y llevan inscrito un lema, por si fuese poco, que dice: ‘In Gay we trust’ haciendo un juego de palabras absolutamente desafortunado con el emblema ‘In God we trust’ que aparece en los dólares, la moneda de Estados Unidos, la otra gran potencia colonial responsable, os lo recordamos, de la guerra civil en Iraq y aliada de Israel y de Arabia Saudí, país que está imponiendo en el resto del mundo árabo-musulmán el wahabismo, una de las miradas más retrógradas y fascistas del islam. La alianza Estados Unidos-Arabia Saudí-Israel es uno de los grandes problemas de las comunidades LGTBI del mundo árabo-musulmán. Con todas esas piedras habéis topado.
Dos activistas francesas en la tumba del héroe de la descolonización enarbolando un lema de inspiración estadounidense, es un resumen perfecto de toda la iconografía colonial. Es una imagen estática que fija en las retinas de la opinión pública marroquí, activistas y personas LGTBI incluidas, la idea de que las reivindicaciones LGTBI son una amenaza ligada a esas mismas potencias coloniales que les joden la existencia a diario. Es generar una unión indisoluble de conceptos que va a ser muy difícil deconstruir. Y que no la vais a deconstruir vosotras: con eso tendrán que lidiar en los próximos años esas personas a las que decís apoyar.
Si queríais un lugar de alto poder simbólico para los movimientos civiles marroquíes, deberíais haber ido al Parlamento, a la Avenida Mohamed V o a Bab el Had, donde los movimientos locales realizan sus acciones. La ventaja de la Torre Hassan es que es un lugar mucho más tranquilo. Vuestra lideresa, Inna Shevchenko, acaba de explicar que lo escogisteis porque allí iba a edificarse la mayor mezquita del mundo musulmán. Parece una broma: ese proyecto fue abandonado en el siglo XII, y sus restos destruidos por un terremoto en el siglo XVIII. Ahí no hay mezquita, sino símbolos de la independencia marroquí. Y mucha calma (como se ve en el vídeo) para hacer una acción de poco riesgo y dejar el marrón detrás vuestro.
El lujo de la ignorancia
Cuando hay vidas en juego, y no son precisamente las vuestras, (ellas mismas cuentan que les permitieron fumar en comisaría) no podemos permitirnos el lujo de la ignorancia. Bastaban un par de llamadas para que cualquier persona vinculada a los derechos civiles o a la historia de Marruecos os avisase de que aquel era el peor lugar y esa la peor consigna. Bastaba buscar el lugar en Wikipedia para conocer su simbología, tan sencillo era. [destacado-2}
Pero la cuestión va más allá: una acción de este tipo solo puede salir desde el terreno mismo y estar articulada con los y las activistas sobre el terreno. Y ni tan solo con una persona o con un pequeño grupo: la decisión era demasiado importante como para tener poco consenso. Cabe la posibilidad (y agradecemos a Ángeles Ramírez el habernos señalado el punto) de que esa articulación haya existido y debáis mantenerla en secreto por motivos de seguridad. Estupendo. Nada de la entrevista con la lideresa deja entrever una articulación. Ni una sola palabra sobre los movimientos civiles marroquís. Ni una sola palabra sobre las luchas o las reivindicaciones locales. Nada. “Femen exige a Marruecos abolir sus leyes homófobas”. ¿Y sabemos qué le piden las ciudadanas y ciudadanos marroquíes a Marruecos? ¿Sabemos cuáles son las prioridades de los movimientos civiles y LGTBI?
Aunque hubiese habido algún tipo de contacto con asociaciones locales, lo importante de las acciones es el mensaje que envían, y la imposibilidad de visibilizar la (dudosa) articulación le quita validez a la acción. Porque el mensaje que queda es un mensaje racista (ya no digamos clasista). Y ni siquiera nos sorprende, de ahí que os demos poco margen de duda. Vuestro historial de acciones en el mundo árabo-musulmán, y valgan un par de ejemplos por si nos falla la memoria a corto plazo, juegan en vuestra contra.
En navidad de 2013 amenazasteis con una acción en la iglesia de la Natividad de Belén. Ante las protestas de los y las habitantes de la ciudad, la respuesta de la lideresa Inna Shevchenko fue contundente: “Respetamos nuestra guerra desnuda contra la opresión, y si hay culturas que no saben coexistir con esa idea, significa que son anti-humanistas y no merecen nuestro respeto“. No nos queda claro si “esas culturas” hacían referencia a la israelí o a la palestina pues, como sabemos la mayoría, Belén es una ciudad palestina estrangulada económicamente por la ocupación israelí. Sus habitantes dependen del turismo religioso para resistir unas condiciones de vida infrahumanas. Sus protestas no tenían que ver con la coexistencia con vosotras y vuestra desnudez, ni con la anti-humanidad de la muy castigada y muy digna población palestina (“We teach life, sir“ ¿recordáis el spoken word de Rafeef Ziadah?), sino con su supervivencia bajo la ocupación israelí. La respuesta de la Shevchenko sí es un ejemplo clarísimo de la deshumanización de las identidades subalternas. Del desprecio absoluto por el dolor de los y las demás.
(Las acciones de Femen Israel en el interior de sinagogas o en el Muro de las Lamentaciones, dicho sea de paso, se están haciendo de rogar. De momento, planos generales de Jerusalén, y mucha petición de acabar con la discriminación de las mujeres, pero ninguna dirigida a la discriminación que sufren las también mujeres palestinas por parte del Estado de Israel).
En marzo de 2013, la activista de Femen tunecina (esta vez sí, local) Amina Tyler realizó una acción de torso desnudo en las redes. El apoyo que recibió de las activistas de Femen de todo el mundo fue la llamada Topless Yihad que llevó a la propia Tyler a abandonar el grupo por islamófobo. Infinidad de mujeres musulmanas de todo el mundo reaccionaron exigiendo a Femen que dejasen su misión de salvamento no solicitada (mientras otras mujeres musulmanas, como la abogada tunecina Bochra Belhaj Hmida, organizaban la defensa de la Tyler ante los tribunales).
La respuesta de la Shevchenko volvió a ser espectacular, y en una carta reproducida en los medios les preguntaba, por ejemplo: “Decís que tenéis la vida que os gusta. ¿Ser la quinta esposa en un harén o, como máximo, la favorita, eso es?“ Nos sangran los ojos al leer estar frase y pensar en todas las luchas que llevan a cabo las mujeres musulmanas. Se nos desgarra el cuerpo entero al pensar, sin ir más lejos, en las guerrilleras de Rojava, musulmanas también, que han plantado cara al mismísimo Estado Islámico, sin financiación opaca y sin photocall de lujo. ¡Un poco de respeto por las compañeras que han puesto su vida en la lucha, y un poco menos de arrogancia y de ignorancia! Si de lo que queréis hablar es de poligamia, hablemos: para empezar, el número máximo de esposas permitido es 4 esposas, en ningún caso de 5 (eso también hasta Wikipedia lo sabe) y si actualmente la poligamia es una práctica residual en buena parte del mundo árabo-musulmán, y si ha sido eliminada de muchos códigos de familia, es gracias a las luchas de esas mujeres que menospreciáis, no a la arrogancia desinformada de una lideresa de tómbola europea. La poligamia obligatoria es una de las grandes batallas de las mujeres musulmanas, feministas o no. Y en cuanto a la poligamia decidida, voluntaria, no estaría de más que abriésemos líneas de diálogo para escuchar sus estrategias, nosotras que estamos empantanadas en los hilos mortíferos del amor romántico y sus violencias, que se cobran la vida de tantas de nosotras cada año, cada día.
El mensaje que lanza esta acción vuelve a recordar estrepitosamente a las asociaciones pro-vida negándonos el derecho a abortar “por nuestro bien”. Realizar una acción de este tipo sin contar con un amplio (¡amplio!) apoyo de las activistas del terreno es subalternizarlas, invisibilizarlas, usurparles el lugar de enunciación, no reconocerles la agencia para decidir sobre sus cuerpos y sus circunstancias. Y está siendo, como lamentablemente ha sucedido, poner en peligro su trabajo, su integridad y sus vidas. No solo es de una estupidez desmesurada, de un egoísmo e inconsciencia aterradores, sino que el mensaje es profundamente machista, racista y colonial.
Colonialismo, patriarcado, etnocentrismo
La desgracia de no conocer la historia o de ignorar sus enseñanzas es que se repiten los mismos errores durante siglos y siglos. Esta acción de Femen es típica no solo de un feminismo autoreferencial, blanco, anticuado y casposo, sino que pertenece, directamente, al siglo XV. Un feminismo que no se alimenta en las luchas de liberación sino que se ahoga en los lodazales de la opresión, directamente heredero de la evangelización y las misiones, de las grandes empresas conquistadoras que llamaban a llevar “el bien” a las poblaciones “sin civilizar”. La idea de evangelización fue cambiando de nombre a través de los siglos, pero conservó sus fondos: de “evangelizar” pasamos a “civilizar”, a imponer nuestras democracias a base de bombas y nuestra paz a base de guerras. Femen ha ido a Marruecos a explicar a l*s pobres indígenas qué es la libertad. De tanto creer que estáis inventado la rueda, estáis rodando sobre ideas que remontan a cinco siglos y que jamás en cinco siglos nos llevaron a buen puerto. No tenemos tiempo para seguir repitiendo, infinitamente, los mismos errores.
Y las feministas hegemónicas, las blancas, las que surgimos de la historia colonial, no podemos seguir justificando a Femen con argumentos también paternalistas: que si son jóvenes, que si ya aprenderán…
El colonialismo es el proyecto de destrucción masiva de un puñado de hombres blancos, cis y heterosexuales orgullosos de serlo, que se creen dueños del mundo y ejercen como tales. Que imponen sus ideas y sus cuerpos, que se erigen como dueños y señores de una verdad única, de una forma de vida única, de un único futuro posible que pasa por ellos y el ejercicio de su privilegio en detrimento de las vidas, los pensamientos, la integridad y los futuros posibles del resto de existencias. Desgraciadamente, no están solos, y de ahí les viene su poder. Esos amos del mundo tienen una miríada de sirvientes deseos*s de ser sus iguales, mendigantes por unas migas de poder y una sonrisa aprobatoria.
Cuando no nos articulamos ampliamente, cuando ignoramos los privilegios que se nos señalan, cuando oprimimos, obcecadas como estamos en la propia opresión y sin entender, ni escuchar, a quién ya ha explicado y demostrado que se puede ser sujeto oprimido y sujeto opresor simultáneamente, cuando el sistema sexo-género nos impide ver el bosque de ejes de la diferencia que nos atraviesan, cuando solo nos interesa lo que nos duele personalmente, lejos de ser radicales nos convertimos en las buenas esposas que le hacen, serviles, la cama al patriarcado, esperando los aplausos de un amo que se regocija con nosotras y aprovecha nuestra ignorancia para lanzar ataques feroces a través de nuestros cuerpos serranos.
En el documental Ucrania no es un burdel, de la cineasta Kitty Green, aparece Victor Svyatski, el hombre que os fundó, hablando de vosotras en estos términos: ”Estas chicas son débiles, no tienen un carácter muy fuerte. Por el contrario, son sumisas, sin garra, impuntuales y otras muchas cosas que les impide ser activistas políticas. Son cualidades que es necesario enseñarles”. Decís haberos librado del hombre machistas que os fundó. Ahora es tiempo de libraros de las mujeres racistas que os lideran. No podéis seguir ignorando las quejas de las personas a las que decís apoyar. No podéis seguir hablando de libertad sin respetar la libertad de las luchas sobre el terreno, particulares, situadas, diversas, interseccionales, articuladas. ¿Cuántas cartas harán falta para que respetéis la libertad de todas para decidir sobre nuestros cuerpos, nuestras estrategias, nuestros modos? ¿Tanto más importantes son vuestras acciones que nuestras vidas? ¿Tanto más vuestra fama que nuestro futuro colectivo?
Y las y los demás, las feministas hegemónicas, las blancas, las que surgimos de la historia colonial, no podemos seguir justificando a Femen con argumentos también paternalistas: que si son jóvenes (como si la empatía tuviese edad, como si tod*s l*s jóvenes fuesen idiotas), que si son ignorantes, que si ya aprenderán. Que si sus acciones directas tienen atractivo para las chavalas jóvenes… Jóvenes y blancas, añadimos, del mismo modo que el machismo, nos dicen algunos hombres, es una mierda pero es tan divertido…
No podemos esperar a que os iluminéis cuando todo el conocimiento está ya a vuestro alcance. Cuando lo hemos hablado, debatido y escrito centenares de veces. Cuando en el resto del mundo se están articulando prácticas infinitamente más interesantes que nuestras tetas y nuestros vuelos chárter. No podemos seguir siendo complacientes con acciones que alimentan el racismo y el colonialismo, que legitiman la idea de que podemos ir por el mundo con nuestras cremas solares y nuestro privilegio de pasaporte europeo a liarla parda para luego volver a nuestros sofás. “Después de mí, el diluvio”, como cuenta la leyenda que afirmó Luis XV, otro gran déspota. ¡Basta ya de sembrar tempestades!
El feminismo racista es machismo disfrazado
Por todo esto, por las fracturas que generáis, porque vuestro lugar de enunciación remite al nuestro, y por el asco, la rabia, la tristeza que nos provoca ese lugar compartido, porque formamos parte del entramado colonial y racista, y no podemos ni queremos girar la cara y evitar posicionarnos, os mandamos esta carta. No por vosotras, ni siquiera por las y los compañeros marroquíes que se bastan y se sobran para frenaros, sino por tod*s l*s que creemos que el feminismo es una mirada transversal y transformadora.
No caeremos en la trampa de decir que lo vuestro, de feminismo, tiene poco. No somos expendedor*s de carnets de feminista®. ¿Os nombráis feministas? Sea. Pero no pactaremos sobre un feminismo que ignora, sistemáticamente, los propios privilegios. Un feminismo que, con su ignorancia y etnocentrismo, está renunciando a alianzas, nos está apartando de de movimientos de los que tenemos mucho que aprender, de los que necesitamos aprender mucho. Porque no es suficiente con indignarnos y nombrarnos decoloniales e interseccionales. Porque nos sentimos, mal que nos pese, responsables también de vuestras acciones, y necesitamos urgentemente hacer resistencia activa desde nuestros entornos hegemónicos a esa gran máquina de opresión que es el feminismo colonial. El feminismo machista que tan bien representáis.
visto en Pikara
Via: elciudadano.cl
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