Y las Femen lo hicieron de nuevo. En cuestión de segundos, televisiones y portales del mundo vieron a la activista ucraniana Yana Zhdanova corriendo desnuda hacia un niño Jesús con los brazos extendidos al cielo, mientras Francisco daba su bendición Urbi et Orbi del jueves 25. El arrebato en la Plaza de San Pedro fue el último pronunciamiento del año de la colectiva famosa por su activismo colocado en la garganta y en las tetas. Zhdanova corrió y gritó hasta que lograron detenerla tres gendarmes vaticanos atolondrados, intentando ocultar bajo sus capas el pecho escrito en tinta negra con la leyenda “Dios es mujer”. El niño de yeso simboliza, según el sitio oficial de las “sextremistas”, como se empezó a denominarlas, “un símbolo de la necesidad de la Iglesia de quitar el derecho de la mujer en la función reproductiva y la libertad sexual. ¡Es deber sagrado de cada mujer quitar al niño del Vaticano!”.
Zhdanova permaneció detenida unas horas, lejos de la representación del portal de Belén que hizo suyo por minutos hasta que obtuvo la libertad, pero también obtuvo la expulsión del reino divino en la tierra: el portavoz vaticano, Federico Lombardi, comunicó que la rubia no podrá volver a poner un pie en ese Estado, aunque no pudo confirmar si las medidas serán extensivas a sus compañeras, sobre todo con la proximidad de Reyes y la potencial amenaza de nuevos manotazos a un pesebre ya convertido en objeto de tentación.
La avanzada romana es parte de una serie de acciones que se realizaron este año, como la de principios de noviembre, cuando tres integrantes del movimiento agitaron el Vaticano, o la de mediados, con otra de las mujeres frente al altar de la Catedral de Estrasburgo, en Francia, en vísperas de la visita del Papa al Parlamento Europeo. Esa vez habló su espalda: “El Papa no es un político”.
“¡Nuestro Dios es mujer, nuestra misión es la protesta, nuestras armas son los pechos desnudos!”, es de las consignas más sostenidas desde la creación de Femen en Ucrania en 2008, cuando la economista y realizadora teatral Ana Hutsol y un grupo de compañeras feministas decidieron que era necesario concretar acciones que trascendieran las mesas de debate. Entendieron que sólo poniendo el propio cuerpo y la voz en cuello en pos de nuevas causas podrían torcerle el brazo al avance de los delitos sexuales, la prostitución, la pobreza y un sistema económico excluyente, principalmente de las mujeres.
“Luchamos contra los tres pilares del patriarcado: la dictadura, la industria sexual y la religión”, explicaba el año pasado Sascha, coordinadora de Femen en Alemania, desde donde se monitorea parte de las acciones hacia el resto de Europa. “Estamos contra las grandes religiones monoteístas, absolutistas y represivas. El Vaticano es el único lugar, además de Rusia, Ucrania y Bielorrusia, donde las Femen sufrimos cárcel.”
En España, en cambio, sobran los festejos. La página de la organización en Facebook cumplió un año y Lara Alcázar, fundadora y cara visible de la iniciativa, piensa repetir experiencias, como la acción del 6 de junio, cuando una veintena de jóvenes en topless tomaron las veredas de la embajada de Túnez en Madrid, en defensa de las compañeras detenidas en ese país. Para Alcázar, el balance es positivo: “En un año hemos conseguido que las mujeres se sumen como activistas a nuestro movimiento en España. Gracias a la campaña que llevamos a cabo contra la ley de aborto del Partido Popular (PP), hemos hecho que no sólo nuestro país sino toda Europa y el resto del mundo hable de esta problemática, y que no se invisibilice del panorama político”. “Aborto es sagrado” es el lema que durante los últimos meses de este año logró incomodar a la inercia social. “Obligó a que un país como España se posicione en favor o en contra de esta ley”, aseguró Alcázar.
La ucraniana Zhdanova actuó en sintonía: las acciones de Femen son efectivas, radicales y directas, aunque feministas de la primera hora las ignoren o las consideren recipientes de un feminismo recargado, pero sin sustancia. Alcázar prefiere apuntalar los avances y sostener el hecho maldito de miles de tetas dando pelea. Porque lo que está en rechazo es tener que conjugar y debatir consignas políticas históricas sobre los cuerpos desnudos de mujeres jóvenes, esas que muestran hasta el tuétano, sí, pero no para ser consumidas, explotadas o admiradas por el onanismo publicitario mundial. “El mayor logro es que las mujeres se movilicen, especialmente cuando somos jóvenes, dado que vivimos en un clima de pasividad absoluta, y se reagrupen buscando la fortaleza y la revolución conjunta.”
Hutsol suele advertir que “un torso desnudo tiene una gran potencia”. No se sabe si alguna vez soñó con transformar ese impulso iniciático de agruparse en un movimiento internacional. Sí en cambio siempre tuvo claro que el cuerpo era el propio manifiesto contra las opresiones de siglos que destruyen sistemáticamente la integridad de las mujeres.
“Nuestro cuerpo es el símbolo de nuestra libertad sexual, es nuestra decisión mostrarlo. Nuestro objetivo es el mismo que el de las feministas de todas partes, pero éste es el momento del cambio”, asegura. “Hace 40 años, tal vez era necesario ponerse el trajecito sastre para ocultar nuestra sexualidad, pero ahora queremos gritar que somos mujeres, que estamos felices de ser mujeres y que queremos ser libres.”
Via: pagina12.com.ar
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