Desde Roma
Uno de los símbolos de esta primera jornada electoral en Italia podría ser la señora, con el palo de amasar en la mano y el delantal de cocina, que mientras estaba haciendo la pasta en la cocina de su casa, vio por la calle al secretario del Partido Democrático, Pier Luigi Bersani. La escena se desarrolló en Piacenza, donde Bersani fue a votar. Y la señora salió corriendo, tal como estaba, para decirle: “Por favor, secretario, que esta vez sea la vez buena”, es decir, en definitiva, que “llegue de una buena vez al gobierno”, como muchos esperan. Bersani sonrió tímidamente, como siempre, y con su acento de Emilia Romagna, la región donde nació, no hizo declaraciones políticas –teóricamente prohibidas desde un día antes del acto eleccionario–, pero asintió con la cabeza. Y como para dar una señal a los que todavía no habían ido a votar, comentó: “Estando el voto de por medio, no hay nieve que nos pare”.
En efecto, el mal tiempo ha caracterizado este primer día de elecciones parlamentarias. Nieve, lluvia y vientos fuertes han azotado todo el país. Tal vez por eso a las 19 (hora local) la asistencia de los electores a las mesas fue del 46,80 por ciento contra el 49,21 por ciento en las elecciones de 2008. Hoy, las urnas estarán abiertas hasta las 15, luego de lo cual comenzará el recuento de los votos. Bersani, como líder de la alianza de centroizquierda, pretende llegar a ser primer ministro. Y eso será posible siempre que gane la mayoría en la Cámara de Diputados (sobre un total de 618 diputados) y al menos buena parte de los votos del Senado (sobre un total de 309 senadores). Todo está por verse.
La jornada electoral del líder del centroderecha Silvio Berlusconi en Milán, y la de su novia en Nápoles, no fue tan simpática en cambio. En la entrada de la escuela Dante Alighieri, donde debía votar Il Cavaliere, lo esperaron tres militantes del grupo feminista ucraniano Femen, y al verlo llegar se quedaron con los pechos al aire, donde tenían escrito “Basta Silvio”. Se tiraron al suelo y comenzaron a gritar “Basta Berlusconi, basta Berlusconi”. El grupo Femen reivindicó en Facebook el acto relámpago. Las tres chicas terminaron en la comisaría de todas maneras.
“Son exageraciones”, comentó el ex primer ministro sobre las muchachas, y agregó: “Quien razona con la inteligencia, puede votar de una sola manera”. A los fotógrafos que le pedían que se corriera un poco más a la izquierda para tomarlo mejor, les dijo irónicamente: “Esto me resulta un poco difícil”. “¿Podemos llamarlo ya presidente?” (por presidente del Consejo de Ministros), le preguntó uno. Y él fue evasivo: “Yo soy presidente del Milan. Los espero esta noche en el partido”.
A la flamante y joven novia de Berlusconi, Francesca Pasquale, de 28 años, que fue a votar en Nápoles junto a su familia y al perrito faldero, alguien le gritó: “¡Qué vergüenza!”, en alusión posiblemente a su relación con el presidente del Milan, 49 años mayor que ella, o tal vez a las ideas políticas del fidanzato (novio). Pero, por lo visto muy bien aleccionada por él, ella les respondió: “Los comunistas son la vergüenza de este país”.
Casi todos los líderes de los partidos e incluso el presidente de la república, Giorgio Napolitano, fueron a votar temprano a sus respectivas secciones repartidas por todo el país. Excepto el cómico Beppe Grillo, líder del Movimiento Cinco Estrellas, partido que creció vertiginosamente en las encuestas en los últimos meses. En la mesa electoral de Grillo, en Génova, había más periodistas que electores, comentó alguno, sobre todo teniendo presente que el cómico tiene una muy mala relación con la prensa italiana. Pero, hasta casi el cierre de la mesa, él no se había presentado.
El ex juez antimafia Antonio Ingroia, que conduce el movimiento Revolución Civil, apareció furioso por la mañana. Emitió el voto en Palermo (Sicilia) y luego dijo a la prensa: “Esta ha sido una campaña electoral memorable porque ha estado vergonzosamente bajo el signo de la ilegalidad, de la violación de las reglas electorales de parte de Berlusconi y de Bersani”. Y agregó: “El sábado, Berlusconi violó el silencio electoral –obligatorio 24 horas antes del voto–, atacando una vez más a la magistratura e insultándola al decir que era ‘peor que la mafia’. Hoy le toca a Bersani, que ha violado el silencio electoral, permitiendo que se publicara una entrevista suya en el diario L’Unità”.
En los lugares del país donde no cayó nieve o la lluvia fue condescendiente con los electores, como en Roma, la gente en las colas de votantes decía cosas como éstas: “Estoy bastante desilusionado, pero vengo a votar porque creo de todas maneras que no todos los políticos son iguales”. O: “Vengo a votar porque quiero que mi país cambie de una buena vez”.
Via: pagina12.com.ar
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