Pasen al Congreso y vean: tetas, castigos, goteras…

El Congreso de los Diputados no es 'la casa de tócame Roque', pero, a veces, se parece un poco. De hecho, el presidente de la Cámara, Jesús Posada, y el personal del edificio -miembros de seguridad, ordenanzas...- se las ven y se las desean para que se mantenga todo en orden. Protestas de carácter variopinto, teatrales intervenciones de los diputados o goteras que obligan a aplazar sesiones han dejado en los últimos tiempos una buena colección de momentos rocambolescos. El último, el protagonizado hoy por Mikel Errekondo, portavoz de Amaiur, quien ha decidido aliñar su protesta contra reforma educativa con una pose de colegial antiguo castigado. Es decir, con los brazos extendidos, como en un 'vía crucis', y sosteniendo unos voluminosos libros. "Ésta es su educación, obedecer y callar y, si no, castigado como se hacía en la escuela pública", ha manifestado. Posada, todo paciencia, le ha advertido de que se le acababa el tiempo. "Debe usted retirarse con su castigo", le ha indicado el presidente del Congreso. Y Errekondo, como buen alumno, ha regresado a su pupitre, perdón, a su escaño, sin chistar.

Lo cierto es que Posadas no se ha inmutado. Pero es normal. Hacía menos de 24 horas que había tenido que gestionar otro asunto mucho más espinoso: el de la irrupción en la Cámara de tres mujeres del colectivo feminista Femen que mostraban los pechos y su indignación por la ley del aborto al grito de "fuera de mi vagina" en plena comparecencia del Ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. Los miembros de seguridad tuvieron que aplicarse a fondo para sacarlas del lugar mientras que muchos de los presentes hacían como que miraban para otro lado (desde el PP han calificado la protesta de "repugnante"). Definitivamente, si Errekondo quería causar hoy un gran impacto, ha elegido mal el día. O el atuendo.

Pero las chicas de Femen y Errekondo no son los únicos que han 'usado' la Cámara para amplificar sus ideas y hacerlas llegar a la opinión pública. El diputado de Compromís-EQUO, Joan Baldoví, es famoso por sus intervenciones, su oratoria apasionada y, sobre todo, por el 'atrezzo' que lleva. No duda en blandir ante los presentes billetes de 50 euros, silbatos, camisteas variadas, fotos y sobres, como los mostró en febrero y que, según dijo, a diferencia de los del PP, no estaban "llenos de dinero" sino de "indignación y de hartazgo". Aunque, en alguna ocasión ha querido salir sin 'complementos' y despojarse de todo (o más bien ha amagado con hacerlo) para mostrar su indignación. Como ocurrió el pasado abril, cuando Baldoví se dirigió al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para denunciar la situación de los desahuciados y, mientras iba desgranando su argumentación, poco a poco, como buen stripper, se despojaba de la chaqueta, de la corbata y empezaba a desabrocharse la camisa, con bastante estilo, por cierto. A todo esto, sus señorías empezaban a murmurar y a reírse -sí, como en los colegios- y Rajoy mantenía la mirada fija en sus apuntes, quizá temeroso de que le dedicasen el primer 'full monty' del Congreso. Al final, la cosa no fue a más y Baldoví se conformó con mostrar una camiseta reivindicativa de 'Stop Desahucios', para alivio de muchos, entre ellos, Posadas que trufó su 'streaptease interruptus' de llamadas al orden.

Sus señorías, a remojo

Pero las 'alteraciones' en el Congreso no siempre vienen de la mano de los diputados creativos o de la tribuna de invitados donde se 'cuelan' todo tipo de colectivos para lanzar a los cuatro vientos sus quejas. En ocasiones, es el edificio -que hasta este año tenía una de las pocas cafeterías de España con cubatas a tres euros- el que 'boicotea' la actividad política y crea situaciones insólitas. El mes pasado, una gran gotera en el techo del Hemiciclo, justo encima de la tribuna de la prensa, obligó a retrasar el comienzo del pleno de los Diputados en el que Mariano Rajoy se sometía a la primera sesión de control del curso político. El presidente de la Cámara, Jesús Posada, decidió aplazar la sesión unas horas porque el agua había mojado el sistema eléctrico y podía resultar peligroso. Las empleadas de la limpieza y los ordenanzas tuvieron que salier al quite con la artillería pesada: fregonas y cubos de plástico. Lo cierto es que no eran cuatro gotas furtivas: el agua salpicaba incluso a algunos diputados del PSOE y de Izquierda Unida y fue necesario desembalsar el agua y secar los escaños. Entre tanto, como no, sus señorías, se levantaban de sus asientos, señalaban al techo y, en fin, alborotaban. Y es que, cuando algo o alguien altera la seria, importante y trascendental actividad del Congreso, siempre hay diputados que agradecen el paréntesis y se suma al lío.

Via: elcorreo.com


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