Pechos al descubierto, ¿un gesto feminista o exhibicionista?

Aurora Muñoz

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Han protagonizado numerosos escraches a políticos con sus pechos al aire. La lucha por los derechos de la mujer ya no pasa por quemar sujetadores. Las activistas de Femen y algunas blogueras han optado por mostrar sus senos desnudos como arma de protesta. Sin embargo, su gesto ha sido interpretado por los más críticos como puro exhibicionismo, como recogio en agosto Aurora Muñoz.


"¡Fuera la opresión del sujetador!", era el grito de guerra en los 60 y los 70. La feminista australiana Germaine Greer fue la primera en proclamar que el brassiere es "una invención absurda". Las más radicales aprovecharon la controversia que generó esta declaración y, el 7 de septiembre de 1968, decidieron manifestarse a favor de la liberación femenina, justo cuando se celebraba la elección de Miss América de 1968 en Atlantic City (New Jersey).

Llegaron 400 féminas en autobús desde Nueva York, Boston y Washington. Estaban decididas a dejar clara su postura. Consideraban sexistas los concursos de belleza y los comparaban con una exposición vacuna. Para ellas, ese mercantilismo del cuerpo de la mujer era basura. Como gesto simbólico, amontonaron sostenes y revistas de Playboy en un cubo al que pretendían prender fuego, pero la Policía no lo permitió. Sin embargo, El Washington Post publicó al día siguiente un artículo que daba por hecho que hubo pira y aquel error hizo propagarse la información como la pólvora. Desde entonces, la imagen de un sujetador en llamas se ha convertido en un símbolo internacional de la mujer desafiante, dispuesta a hacer cenizas sus ataduras.

Más de cuatro décadas después, la revolución sexual ha dejado atrás la lencería incendiada, pero los pechos no han perdido protagonismo en las reivindicaciones. Amina Sbui es un ejemplo de la deriva que ha tomado el feminismo en pleno siglo XXI. Esta estudiante tunecina de 19 años lanzó el cóctel molotov desde su ordenador. Colgó en su perfil de Facebook una foto en la que aparecía fumando, con el torso desnudo y un lema en árabe: "Mi cuerpo me pertenece, no representa el honor de nadie". La acusaron de violar la sharia -la ley islámica-, y, de inmediato, comenzó a recibir amenazas. "Te vamos a echar ácido en la cara", apareció publicado en su muro. Hoy está en libertad provisional y se ha desligado de Femen. Como ella, las activistas de esta organización feminista también utilizan su delantera desnuda como arma de protesta contra una sociedad que consideran machista.

"No se trata de unas cuantas locas que no saben qué hacer para llamar la atención, sino de toda una crítica construida sobre lo que desde el machismo se utiliza para satisfacer sus gustos, demandas y justificaciones", defiende Miguel Lorente, profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada y exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género. "Está claro que su gesto no va a suponer la solución de todos los problemas y que tampoco puede plantearse como la única acción a llevar a cabo, pero sí es una estrategia más para avanzar en la crítica a la desigualdad. Esta manera de hacerlo traspasa las barreras del silencio y de la amaurosis de una sociedad que siempre mira para otro lado, salvo que una mujer se desnude", argumenta.

La bloguera Yael Farache, de 27 años, se quitó la camiseta y se sumó a esta batalla con un polémico post que tituló "Mis tetas y yo". "El pacto de Eva también es un pacto entre mujeres, y traicionarlo tiene consecuencias. Cubrir las tetas es un pacto de desarme. Muchos países tienen armas nucleares, pero hay un acuerdo tácito de no usarlas. Si un país amenaza con hacer uso de su poder atómico, los otros países lo condenan. Y lo mismo ocurre con las tetas", expone. "Salir en tetas es hacer uso de tu bomba atómica cuando todos los demás guardan las suyas. Es violar un pacto que iniciaron los hombres, pero que perpetuamos todos. La mujer vigila que se cumpla y castiga a la infractora con la burla, el rechazo, o el ostracismo. El hombre, en cambio, anhela que rompa el pacto, pero cuando lo hace la tilda de puta", añade.

El artículo ha sido criticado y aplaudido por igual. Sus opositores juzgan a Farache del mismo modo que a las integrantes de Femen: como exhibicionistas. De hecho, una joven valenciana de 31 años ha tomado el testigo bajo el pseudónimo de Alicia Young y publica fotos de su escote en su blog. Eso sí, su escaparate poco tiene que ver con la lucha por los derechos de la mujer. Cada mujer ejerce su libertad y hace con su anatomía lo que le place, pero la convivencia en la Red de estos contenidos no ayuda a superar la incredulidad.

El poder mediático de una delantera desnuda

"Algunos no se las toman en serio. En los informativos se las ve protestando, desnudas de cintura para arriba, escritas en los senos frases como 'Mis tetas contra el islam'. Muchos escépticos se las miran sin saber cómo tomarse las provocaciones de esas jóvenes rubias y delgadas que se enfrentan a instituciones políticas", observa el actor Carles Sans en una columna de opinión en El Periódico de Cataluña. "Me parece indiscutible que la repercusión mediática no sería la misma si las que protestan, en lugar de enseñar los pechos y ser jóvenes, fuesen vestidas y de avanzada edad. (...) Hay cierta falta de coherencia en que en una organización feminista se acepte que la estética y el sexo femenino puedan ser una herramienta de uso para reclamar la atención mediática", valora.

Victoria Ferrer, profesora de la Facultad de Psicología de La Universidad de las Islas Baleares, cree que no se ha sabido interpretar el gesto. "Lo que reivindican las activistas al mostrar el pecho es la recuperación del control sobre nuestros propios cuerpos. Están lanzando un mensaje: 'Mi cuerpo es mío y lo muestro cuándo y dónde yo quiero, no cómo me impone la sociedad patriarcal en la que vivimos'. En esas condiciones, es una forma de empoderarse", estima.

"Se concede una enorme importancia al cuerpo de las mujeres. Habitualmente es usado como reclamo en la publicidad y en la moda. Además, la cosificación del pecho es especialmente relevante porque tiene un simbolismo suplementario, al estar vinculado también a la función reproductiva y, por tanto, al papel de la mujer como madre", indica Ferrer. Elena Simón, fundadora del Feminario de Alicante, se sitúa en la misma línea. "Para las mujeres de hoy es más fácil creer y querer lo que el patriarcado quiere que seamos, pero creyendo que lo elegimos y nos gusta, dándole un tinte de modernidad. Es mucho más complicado inventar nuevas fórmulas para no dar cancha a los preceptos patriarcales", reconoce. "Sin tetas no hay paraíso patriarcal  y misógino, lo sabe todo el mundo", sentencia.

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Via: zoomnews.es


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