Una justiciera con ‘hiyab’

Que tiemblen los ulemas que escupen misoginia, los machos que acosan a las mujeres y las "femen" llegadas del frío que sientan cátedra en cueros. Qahera les vigila, les pisa los talones. Enfundada en un hiyab (pañuelo islámico), esta heroína de cómic -un fenómeno viral en Egipto- no se lo piensa dos veces. Frunce el ceño, desenvaina la espada y despacha justicia.

La primera demostración de sus superpoderes sucede entre las cuatro paredes de una mezquita. "La buena esposa es obediente. Vuestro deber como musulmanes es mantener a la mujer en casa", predica un jeque. El sermón rechina en los oídos de Qahera, que echa mano del clérigo y lo cuelga en un tendedero. "Llevas razón. Las tareas domésticas son cosa de mujeres. Yo disfruto haciendo la colada", le espeta sonriente.

La justiciera -que lleva el nombre de El Cairo, "la victoriosa" o "la invencible" en árabe- es obra de una joven de 19 años que volcó en ella sus ganas de gritar. "La inventé para liberarme de algunas frustraciones, en especial las relacionadas con la misoginia. En principio lo pensé como una broma para compartir con los amigos pero el asunto fue mucho más allá", cuenta a EL MUNDO su creadora, Dina Mohamed, estudiante de diseño gráfico en una universidad egipcia.

Lo que nació como una ocurrencia se ha convertido en una revelación. Qahera se ha dejado ver en cinco aventuras, disponibles en inglés y árabe. Cientos de miles de internautas han contemplado desde septiembre las andanzas de esta heroína con velo. El pañuelo, reconoce Dina, es un elemento imprescindible en la historia. "Lleva pañuelo porque combate la islamofobia que sufren las musulmanas y porque se representa tan poco el 'hiyab' que se deshumaniza a quienes lo llevan", explica.

Recatada y en estricto uniforme negro, Qahera pertenece al selecto y reducido club de heroínas de cómic. "Los superhéroes son por definición fuertes. Son además personajes poderosos que sobresalen y rescatan al resto. Según los peores estereotipos, las musulmanas son débiles, reprimidas, sumisas y necesitadas de que alguien las rescate. Ésa fue la razón por la que la dibujé como un superhéroe asociado con la cultura occidental y con el sexo masculino", arguye Dina.

A Qahera no le faltan rivales. "Sus enemigos son aquellos que propagan el odio a las mujeres o los prejuicios contra el islam. Pero ella trata con problemas de la vida diaria y no con villanos", relata la artista. La púgil se desenvuelve con soltura en la calle, el mismo territorio hostil que sufren las egipcias. Un reciente estudio de ONU Mujeres reveló que el 99,3% de las encuestadas reconocían haber sido blanco de acoso sexual.

Y en estos casos, la protagonista no se anda con chiquitas. En uno de los episodios, endilga un puñetazo al hombre que le lanza algunas de las groserías que suelen escucharse en las populosas arterias de El Cairo. Tampoco se queda de brazos cruzados cuando se topa con un pelotón de miembros de Femen frente a una mezquita.

Con torso desnudo y puño en alto, las camaradas gritan a pleno pulmón "Femen Akbar" (en lugar del preceptivo "Allahu Akbar", Dios es grande). "Mirad allí. Una musulmana. Tenemos que salvarla", exclama la líder del grupo al ver a Qahera. "¡Hermana, quítate la represión!", le espeta. "Sois incapaces de comprender que no necesitamos vuestra ayuda", replica la heroína, que las termina arrojando por un precipicio. "Ahora la cuestión es quién os va a rescatar", afirma con sorna.

La guerrera auxilia incluso a una joven que es asaltada por un grupo de hombres en una de las miles de protestas callejeras que han jalonado los últimos tres años en el país árabe. "Soy una superheroína porque tengo superpoderes. Ellas lo son porque no los tienen", dice Qahera de las manifestantes que siguen alzando su voz a pesar de los burdos intentos de frustrar su participación política. "El principal mensaje de mi cómic es que las egipcias son en realidad heroínas por afrontar los retos con la cabeza alta y sin atributos ficticios", confiesa Dina.

Su personaje, cuyo éxito en el universo digital podría alentar pronto el salto al papel, es -en los círculos mas puritanos- una provocación. "Honestamente me esperaba muchas más reacciones negativas de las que he recibido. La gran mayoría de las respuestas han sido de apoyo", apunta la universitaria. Animada por las críticas, su misión es hallar nuevas peripecias para Qahera. "Quiero hablar de otros problemas que sufrimos en Egipto. Muchos son muy complejos y necesitan algo más que una tira de cómic".

Via: elmundo.es


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