Coral Bravo
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Cuando el abuso o la injusticia se hacen Ley, la rebeldía se convierte en una obligación. El pasado domingo varias chicas de FEMEN Spain asaltaron al arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, a la salida de una parroquia madrileña. Al grito de “El aborto es sagrado” y “Mi cuerpo es sagrado”, las activistas por los derechos de las mujeres abordaron al arzobispo con los torsos desnudos, en los que se podían leer frases como “Stop Mafia Episcopal”, mientras, lanzándole a la cara ropa interior femenina manchada de sangre, le increparon por la responsabilidad de la Iglesia católica en contra de los derechos de las mujeres y, en concreto, en la Ley del Aborto de Gallardón.
FEMEN es un movimiento feminista internacional, que nació en Kyiv, Ucrania, en 2008, y que se ha ido extendiendo por otros países de Europa en su lucha activa por los derechos ciudadanos, secuestrados y en claro retroceso en la era neoliberal. Su objetivo es combatir el avance del patriarcado en todas sus formas, especialmente en sus formas de dictadura política, de misoginia religiosa de la Iglesia y todas sus instituciones, y de la explotación sexual, aunque se involucran en cualquier circunstancia que suponga cualquier amputación de la dignidad y de los derechos femeninos. Desnudan su dorso, en el que escriben sus mensajes reivindicativos, adornan sus cabezas con una corona de flores, e irrumpen ante algún personaje o situación que atenten contra las mujeres y su libertad.
Como era de esperar, tienen muchos problemas con la justicia. Y es que una mujer con el torso desnudo y exigiendo respeto hacia las mujeres es, probablemente, una herejía para las mentes “decentes”; ya sabemos, la desnudez escandaliza a muchos que ni se inmutan ante la crueldad o la tortura, o ante una guerra, o ante un arma que sirve para acabar con la vida de muchos seres humanos. Ya lo decía John Lennon cuando afirmaba que vivimos en un mundo que se esconde para expresar el amor aunque la violencia se practique a plena luz del día. En este sentido, la propia Lara Alcázar, representante de FEMEN en España, afirma que “Los métodos son agresivos, pero no violentos. Nos coronamos de flores como un símbolo de feminidad que se vuelve a atribuir a la mujer como luchadora. Realizar una protesta en topless reivindica la potestad que tiene la mujer sobre su propio cuerpo. No lo utiliza para satisfacer la erótica de nadie, sino que transforma un objeto sexualizado y cosificado en un arma para luchar, un arma pacífica”.
El movimiento FEMEN rechaza el cristianismo, como un ideario misógino que cosifica y denigra la dignidad femenina. Y es consciente de que en España tenemos un Gobierno aliado con la Iglesia que hace Leyes en base a los dogmas religiosos, y no a los derechos democráticos de la gente. Leyes como la del Aborto o la posible reforma de la Ley de Matrimonio Homosexual muestran claramente esa influencia directa que día a día se hace más visible y más descarada, en cuya denuncia declaran que basarán su línea de actuación.
Y es que la ideología cristiana es la raíz ideológica de la misoginia, el machismo y el desprecio a la mujer en Occidente, como el Islam lo es en los países árabes. Las religiones, en general, han propagado y siguen propagando el odio hacia el sexo femenino. Centrándonos en el imaginario católico, desde la misma creación mítica de la mujer se difunde la inferioridad femenina. Eva nació, según la Biblia, de una costilla de Adán, sin entidad propia, sino subordinada al varón. El desprecio y la humillación del cuerpo femenino es otro de los grandes baluartes del odio religioso hacia las mujeres. Burkas, velos, tabúes, prejuicios insanos y vergonzosos han hecho de las mujeres, durante siglos, verdaderas esclavas sumisas con respecto a las normas del patriarcado. ¡Qué curioso! Precisamente de ese cuerpo que el cristianismo considera sucio y pecaminoso es de donde venimos todos, es el que engendra la vida. De ahí que las chicas de FEMEN vayan con sus torsos desnudos, como símbolo del respeto que profesan a su cuerpo, que sólo es sucio y pecaminoso en las mentes sucias y abyectas.
Decía Gallardón, el gran moderado del PP y padre de la Ley del Aborto que nos lleva a tiempos misóginos del franquismo, que la actuación de las chicas de FEMEN contra el arzobispo de Madrid es “violencia”. Sin embargo, las chicas de FEMEN no pegaron a nadie, no utilizaron ningún tipo de ataque físico, no robaron los derechos de nadie, no humillaron a nadie, no se financiaron con dinero de nadie, no crearon leyes que sometieran a nadie a la falta de libertad ni de dignidad. Reclamaban sus derechos, los derechos de todas las mujeres. Las mujeres del siglo XXI, en contra del interés de algunos de llenar el planeta de niños no deseados y desprotegidos, verdadera carnaza de diversos negocios, exigen información y educación sexual para poder decidir y tener acceso al control de la reproducción, y una Ley del aborto digna para no morir. Como la que había. Y no es un anhelo sexista, sino de todos, hombres y mujeres que anhelen una sociedad democrática y avanzada.
Con respecto a los antiabortistas que dicen “defender la vida”, lo que defienden en realidad es su obsoleta, rancia y robotizada ideología, porque, parafraseando a la filósofa Ayn Rand, es un fraude repugnante que los enemigos del aborto se llamen a sí mismos “defensores de la vida”, porque apoyan unos hipotéticos derechos de un embrión mientras rechazan reconocer los derechos reales de las personas vivas.
Coral Bravo es Doctora en Filología
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