(Aeronoticias).- Sara Winter –cuyo nombre real es Sara Fernanda Giromin– fue una de las fundadoras de la rama brasileña de Femen, una organización de violentas activistas que protestan con el torso desnudo a favor de la agenda feminista, del aborto y del lobby gay.
Sin embargo, desde hace casi tres meses ha experimentado una dramática conversión a la causa pro-vida. Ahora Sara combate la ideología de género e incluso ha pedido disculpas a los cristianos por las ofensas realizadas durante su activismo feminista.
Sara comenzó a expresar este radical giro en su vida en octubre de 2015, tres años después de co-fundar Femen. “Me arrepiento de haber abortado y hoy pido perdón”, escribió el 14 de octubre, casi un mes después del nacimiento de su segundo hijo.
“Mañana será un mes de que mi bebé nació y mi vida ha ganado un nuevo sentido”, indicó en su perfil en la red social Facebook, reiterando que “yo me arrepiento mucho, no quiero que le pase lo mismo a ustedes”.
Cuando se sometió al aborto, con un fármaco proporcionado por una feminista, “sangré hasta casi morir y tuve secuelas gravísimas”, recordó, y quien la ayudó en esas circunstancias “fue un hombre que de pro-feminista no tenía nada”.
“El feminismo debería centrarse más en cuidar a las mujeres que en poner sus vidas en riesgo” con el aborto, alertó, tras recordar las dificultades que sufrió durante los primeros meses de su nuevo embarazo, debido a las consecuencias del aborto anterior.
Poco tiempo después Sara decidió criticar la ideología de género.
“Esa letanía de ‘yo soy mujer porque me siento mujer’ yo no la creo y no la apoyo. Para mí mujer es quien nace con vagina y hombre es quien nace con pene”, escribió.
La joven brasileña explicó que no tiene nada contra las personas transexuales, pero precisó que “no creo que cambiar de ropa, ponerse siliconas y hacer la transición con hormonas y cirugía pueda cambiar el sexo de alguien”.
Para mediados de noviembre, Sara exigía a las feministas brasileñas que “respeten a las mujeres religiosas”, y si bien aseguró que no asume una confesión religiosa, señaló que “una de las cosas que me arrepiento en mi vida es haberme alejado de Dios y dedicado todo mi tiempo a la militancia feminista”.
“Tener fe no es un retroceso y la religión ajena debe ser respetada”, exigió, y lamentó que “el feminismo debería acoger a todas las mujeres, pero no lo está haciendo”.
Para entonces ya recibía fuertes ataques del violento bloque feminista al que una vez perteneció.
“No tienen idea de las represalias de las que soy víctima en medio de feministas”, escribió, y señaló que “tengo miedo hasta de salir a la calle con mi bebé, pero tengo fe de que todo esto va a pasar”.
Para los primeros días de diciembre Sara ya había publicado un breve libro digital titulado “Zorra, ¡no! Siete veces que fui traicionada por el feminismo”, recogiendo las bizarras experiencias que atestiguó como parte del feminismo brasileño, entre ellas las “orgías, alcohol, drogas y desvío dinero”.
Por cada libro vendido, Sara ofreció donar un real brasileño (aproximadamente 0.25 dólares) a “iniciativas de ayuda a la mujer en situación de violencia y contra el aborto”.
Hace pocos días, Sara aseguró que “el feminismo tiene cura y yo soy la gran prueba de eso” y señaló que el hecho de que al pueblo brasileño no le gustan las feministas se debe a que ellas “en su inmensa mayoría son mujeres histéricas, que usan las redes sociales para burlarse y humillar a las personas religiosas, predicar el odio a los hombres (misandria), además de ser extremistas e irrespetuosas con patrimonios religiosos”.
“No me exento de culpa, yo también fui así, pero gracias a Dios estoy curada”, aseguró. “Lo que me faltaba era amor (lo que cambió cuando me convertí en madre) y vergüenza en la cara, lo que me vino después de mucho reflexionar sobre la actual militancia feminista”, explicó.
El 15 de diciembre, en un texto publicado en su página de Facebook acompañado de un video, Sara expresó formalmente su pedido de perdón “a todas las personas religiosas o no que he ofendido durante una protesta feminista el año pasado, involucrando beso gay en frente de una iglesia en Río de Janeiro”.
“Entiendo que cometí un gran error, y pido perdón desde el fondo de mi corazón. El camino para conquistar políticas públicas para las mujeres no tiene nada que ver con burlarse de las religiones”, reconoció.
Un día después, Sara denunciaba la financiación internacional para promover el aborto en Brasil y pidió perdón por haber formado “parte de ese esquema para la legalización del aborto”.
“Pero yo nunca supe que toda esa conversación de legalizar el aborto en Brasil había salido de la mesa de organizaciones controladas por magnates, hombres ricos, con interés de disminuir la población de mi país”, señaló.
Sara confesó que siempre pensó “que el aborto era algo que toda mujer podría hacer”, pero “¡hoy no es más mi bandera! Yo no estoy de acuerdo en que las mujeres sean encarceladas por abortar, creo que deben ser acogidas siempre, pero estoy en contra de la promoción del aborto hecha por las ONGs feministas”.
La joven además alentó a las feministas a “aprender de las mujeres religiosas”, pues “mientras ustedes hacen protestas ridículas (yo misma era una de esas) que hacen a las mujeres pasar vergüenza, existen religiosas con casas de protección de las víctimas de violación, otras que dan la vida para albergar, acoger a mujeres embarazadas en situación de riesgo y todo tipo de asistencia”.
“Hay muchas ONGs e instituciones que necesitan una mano amiga y voluntaria para cuidar de las víctimas de violencia, vamos, ayuden, hagan su parte. Cuiden, ayuden y amen a las otras mujeres”, alentó a las feministas.
Fuente: Aviación al día.
Via: aeronoticias.com.pe
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