Sara Winter es una de las fundadoras de Femen en Brasil. Tras experimentar una conversión a la causa próvida después de dar a luz a su hijo y reencontrarse con Cristo, combate la ideología de género e incluso ha pedido perdón a los cristianos por las ofensas realizadas.
Su verdadero nombre es Sara Fernanda Giromin. Desde hace tres años ha sido una de las principales líderes del movimiento feminista radical en este país. El nacimiento de su hijo le ha hecho recapacitar sobre sus últimos años dentro de Femen, y hoy denuncia como este colectivo la obligó a consumir drogas, a abortar, a tener relaciones sexuales con desconocidos e incluso cuenta que fue violada por una lesbiana.
Tras participar en numerosos actos protestando de manera violenta y provocativa a favor de las feministas, del aborto y del lobby gay, la vida de Sara ha experimentado un giro de 360 grados. A través de sus perfiles de las Redes Sociales, Sara contó el pasado mes de octubre que se arrepentía de haber abortado y que “hoy pide perdón”.
La ahora firme antifeminista señala que su hijo le ha llenado de amor y cambiado su vida, y se arrepiente profundamente de haber abortado unos años antes con ayuda de sus compañeras feministas. “Sangré hasta casi morir y tuve secuelas gravísimas”, recuerda. Asimismo, defiende que el hombre que le ayudó a que abortara “de pro-feminista no tenía nada”.
“El feminismo debería centrarse más en cuidar a las mujeres que en poner sus vidas en riesgo”, defiende Sara tras las dificultades que sufrió durante los primeros meses de su nuevo embarazo debido a las consecuencias del aborto anterior.
También ha pedido perdón a través de un video a todos los cristianos a los que ofendió durante sus manifestaciones y actos de Femen, y asegura que “una de las cosas de las que más me arrepiento en mi vida es haberme alejado de Dios y haber dedicado todo mi cuerpo a la militancia feminista”.
“Tener fe no es un retroceso y la religión ajena debe ser respetada”, defiende la joven, y lamenta que “el feminismo debería acoger a todas las mujeres, pero no lo está haciendo”.
“Entiendo que cometí un gran error, y pido perdón desde el fondo de mi corazón. El camino para conquistar políticas públicas para las mujeres no tiene nada que ver con burlarse de las religiones”, reconoce.
Sara también denuncia la financiación internacional para promover el aborto en su país y pide perdón por haber formado “parte de ese esquema para la legalización del aborto”.
Giromin ya ha publicado un breve libro digital en el que cuenta las reiteradas veces en las que fue traicionada por el feminismo y ha anunciado que donará un porcentaje de las ganancias de su libro a causas provida e incluso ha comenzado a impartir charlas contra el feminismo, la ideología de género y el marxismo cultural.
Tras declarar la guerra a este movimiento feminista radical, ha recibido numerosas amenazas incluso de sus antiguas compañeras. “No tienen idea de las represalias de las que soy víctima en medio de feministas”, escribió, y señaló que “tengo miedo hasta de salir a la calle con mi bebé, pero tengo fe de que todo esto va a pasar”.
La joven brasileña asegura que “el feminismo tiene cura y yo soy la gran prueba de eso” y defiende que la razón por la que a la mayoría de la gente no le gusta las feministas se debe a que ellas “en su inmensa mayoría son mujeres histéricas, que usan las redes sociales para burlarse y humillar a las personas religiosas, predicar el odio a los hombres, además de ser extremistas e irrespetuosas con patrimonios religiosos”.
“No me exento de culpa, yo también fui así, pero gracias a Dios estoy curada”, explica. “Lo que me faltaba era amor (lo que cambió cuando me convertí en madre) y vergüenza, lo que me vino después de mucho reflexionar sobre la actual militancia feminista”.
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