Ni Rusia ha podido escapar a esa ola de indignación que se ha esparcido a través de las redes sociales, las cuales, dicho sea de paso, ya han encontrado su espacio político en lo que se ha dado en llamar Política 2.0. Primero fue el Magreb y Oriente Medio, donde han sido usadas para derribar gobiernos unipersonales y tiránicos; luego han seguido los países europeos y EEUU, en los que todavía los ciudadanos las utilizan para organizar sus manifestaciones contra los autores de la crisis financiera y de los posteriores ajustes presupuestarios; y ahora le ha tocado a Rusia y particularmente
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